José Luis Manzano y el yate Sea Lady II
Informaciones procedentes de la Riviera Francesa -justo hoy que se cumplen 236 de la histórica Revolución, con la toma de la Bastilla y el himno nacional galo, La Marsellesa- los argentinos nos sorprenemos con el feroz incendio que sufrió un yate de lujo, Sea Lady II, perteneciente al empresario mendocino José Luis Manzano.
Manzano, de 69 años, nació en Tupungato, Mendoza, y desarrollo una prolífica carrera política.
En 1983, a los 27 años, fue elegido diputado nacional por el Partido Justicialista. Lo recordamos llegando al Congreso con un bajo perfil y una situación económica bastante complicada, de aquellos que llegan al poder con una mano atrás y otra adelante.
Pero supo utilizar la cintura política para comenzar a crecer en todo sentido. Se destacó rápidamente este médico mendocino que fue ministro del Interior del gobierno de Carlos Menem.
A partir de aquí desarrolló una actividad comercial prolífica, y fue incrementando su fortuna, a tal punto que hoy ese empresario de medios (primero el grupo UNO de Mendoza, junto a Daniel Vila, y hoy compartiendo el complejo América), petrolero, vitivinícola, energético (uno de los dueños de Edenor), entre otros rubros.
Manzano, muy cercano a Sergio Massa, en la política y en las empresas, aunque alguna especies lo asocian hoy al presidente Javier Milei.
Lo cierto es que seconoció que el yate que se incendió vale 100 millones de euros y que se alquilaba pore semana en 90 mil euros.
Desde el Congreso, haciendo retrospectiva, la pregunta pasa por saber cómo hizo aquel jovencito médico que llegó a ser diputado nacional y que estaba carente de recursos económicos, para hoy ser uno de los empresarios mas acaudalados, como lo demuestra el yate en llamas.
Cada cual hará su interpretación de este fenómeno, pero hay que señalar que mostró una cintura política y económica admirable, si cabe el eufemismo.
Como para justificar que el incendio del yate lo pusiera nuevamente en la mira, porque vale recordar que durante el menemismo fue el autor de la descarada frsse "Robo para la corona", en la época de las privatizaciones, que derivó en el título de un libro del periodista Horacio Verbitsky. Ese libro tenía como bajada del título: los frutos prohibidos del árbol de la corrupción.
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