MILEI VS. LOS PERIODISTAS: LA INTOLERANCIA AL PALO

 


Por Eduardo Menescaldi

Uno de los "deportes" mas empleados por el presidente de la Nación, Javier Milei, es el ataque a los periodistas, a tal punto que de pronto sus trolls y gentes de las redes sociales que lo apoyan se encargan de decir que se han quedado cortos en esto del odio a los periodistas o al periodismo.

Los términos descalificadores brillan por doquier en el mar que navega el oficialismo, y así Milei define a los profesionales como ensobrados, ñoños republicanos, mandriles, chantas, etcétera.

Lo curioso de toda esta campaña, que tiene color y olor a kirchnerismo puro en sus tiempos de gloria -nunca olvidar aquella prédica para acercarse a Plaza de Mayo para escupir, insultar, vilipendiar las imágenes de periodistas apuntados, como Nelson Castro, Joaquín Morales Solá, Magdalena Ruíz Guiñazú, entre otros- está dirigida sobre todo a periodistas de reconocida trayectoria y con un nivel intelectual envidiable, muchos de ellos ligados al canal o al diario La Nación, o bien a Clarín, TN y Canal 13.

Muy poco se escucha al presidente criticar acidamente a medios K, con periodistas muy duros con el presidente como el Gato Silvestre, Pablo Duggan o Tomás Méndez.

En fin....

El presidente tendría que decir quiénes son los ensombrados y de donde viene el dinero o el sobre para que actúen de la manera que critica Milei.

Sin embargo, lo que le pasa hoy a los periodistas no es algo aislado, en todo caso es una constante de todos los gobiernos cuando el periodista investiga y/o denuncia, por supuesto con fuentes, fundamentos, testimonios, o sea con una palabra avalada por la gran batalla que libra todo periodista: el triunfo de la verdad.

Los organismos que congregan a los periodistas, como la Academia Nacional, FOPEA, ADEPA, entre otros, se han encargado de poner el alerta y reclamar a las autoridades que entiendan cual el la verdadera función del periodista. 

No se puede ser obsecuente con el gobierno de turno sino que hay que estar siempre al servicio de la verdad. Y si esa verdad molesta al poder, será una muestra elocuente de que se está en el buen camino.

La palabra que cabe en este duelo entre poder y periodistas es INTOLERANCIA. Un mal que ha alimentado esa grieta que alguna vez denunció el inolvidable Jorge Lanata en una entrega de los premios Martín Fierro.  

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