EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA LUZ, UN CUENTO QUE ATAÑE AL CORREO

 Nos atrevemos a publicar este cuento de Cristina Quarella, aparecido en el folletín Viajero. Lo hacemos en este día mundial de la luz.

"Mes de diciembre, 8 de mañana. Don Agustín llegó a la oficina de correos de Sauce Azul, levantó la persiana y se dispuso a iniciar su día de trabao. Esperaba ansioso que entrar la gente a enviar sus tarjetas de Navidad, pero había un problema: Internet había llegado al pueblo y poco a todos los habitantes compraron computadoras, celulares, usaban whatsapp para saludarse y cada vez el correo trabajaba menos, nadie mandaba cartas ni tarjetas de Navidad.

Don Agustín soñaba con aquellos años en que las colas daban vuelta la esquina, todos querían despachar sus cartas para que llegaran siempre a tiempo el día de Navidad.

En eso, unos golpes lo despertaron de sus sueños. Era Alfonso, el inspector de correos.

-Buenos días. Vengo a notificrle que el correo va a cerrar por falta de trabajo. La modernidad nos invadió. 

-No puede ser, exclamó don Agustín desesperado. Hace cuarenta años que trabajo acá, por favor le pido un tiempo mas.

-No, Agustín, el tiempo se terminó, contestó el inspector. Las cosas ya no son como antes, la gente no usa mas el correo.

-Bueno, pero... alguna solución tiiene que haber, dijo don Agustín. No puede desaparecer así como asi, y se puso a llorar amargamente.

Don Agustín, don Agustín, ¿qué pasa, por qué llora? preguntó Alberto, el policía que paraba en la esquina.

-Vamos a cerrar el correo, contestó el inspector.

-No, !no puede ser!, gritó Alberto y salió corriendo.

No se preocupe don Agustín, !esto no va a pasar! gritó.

Pasaron las horas y llegó el momento. Don Agustín bajó la persiana por última vez y muy triste se fue a su casa. Apagó todas las luces y se acostó sin comer.

A la mañana siguiente lo despertaron los golpes en la puerta.

-¿Quién es, qué pasa?, gritó asustado.

-Abra, don Agustín!. 

Era Alberto.

-Veng, !tiene que abrir el correo ya!

-Pero, ¿cómo? preguntó don Agustín, si cerró para siempre.

-No, no sabe lo que pasó, gritó Alberto.

Don Agustín abrió y salieron corriendo. Cuando llegaron al correo, no lo podían creer.

La cola ocupaba toda la manzana.

Don Agustín abrió y comenzó a atender mientras preguntaba:

-¿Qué pasó, qué pasó?

Entonces, Alberto muy serio le contestó:

¿Sabe qué pasa? Se cortó la luz, se rompió un transformador y hasta anero no lo arreglan.

¿Qué me dice? Sin electricidad internet no funciona.

Desde ese día el correo retomó sus actividades y nunca mas cerró... Y... lo mas increíble, nadie supo por qué se rompió el transformador.

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