Por Eduardo Menescaldi
El argentino mas importante de la historia, Jorge Bergoglio, elegido como Papa Francisco el 13 de marzo de 2013, logró con su muerte lo que muchos no podían imaginar, como es congregar a los líderes del mundo para participar de la gran despedida.
Porque entre otros estuvieron el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; el de Ucrania, Volodomir Zelensky; los reyes de España, Felipe VI y Letizia; los presidentes latinoamericanos: Lula da Silva, por Brasil; Javier Milei, por Argentina; Daniel Noboa, por Ecuador; Xiomara Castro, Honduras; Luis Abiner, República Dominicana.
Los líderes de Itaia, Giorgia Meloni y Segio Mattarella; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Y siguen los nombres, porque hubo presidente de 50 naciones, 10 monarcas y representantes de 135 naciones, todos diciéndole el último adiós al argentino mas importante de toda nuestra historia.
Habrá que ver qué pasa de aquí. Por un lado el cónclave de los cardenales que desde el 5 de mayo se reunirá para elegir al sucesor, y en ese sentido la incógnita pasa por saber si será un Papa que siga los principios de Francisco o si se elegirá a un conservador que de algún paso atrás frente a los avances que logró el Papa argentino.
Por el otro lado, el convulsionado mundo podrá aprender un poco de las lecciones de Francisco y buscar fórmulas de acercamiento para evitar guerras o aliviarlas. En ese sentido, hubo un encuentro fugaz entre el presidente de Estados Unidos y el de Ucrania, y quedaron en volver a reunirse para buscar una solución a la guerra de Rusia con Ucrania.
También se anunció que podría haber un encuentro entre Donald Trump y la titular de la Comisión Europea.
Los grandes ausentes en esta enorme ceremonia en la plaza San Pedro fueron los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y de Venezuela, Nicolás Maduro. El primero, seguramente no quiso vivir algún momento complicado; el segundo, sabe que hay un pedido de captura internacional, que le impide salir del país caribeño.
Ojalá que el legado del Papa Francisco sirva para lograr un mundo mejor, que supere las grietas y evite las guerras, porque, no hay que olvidarlo, el propio Sumo Pontífice dio muchas muestras de preocupación por lo que entendía podía ser un paso hacia una tercera guerra mundial.
Su muerte debe ser un motivo de esperanza para que el mundo aprenda de Francisco: una cosa es "hacer lío", léase ruido, y otro convertir al universo en un baño de sangre.
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