Dos miércoles seguidos la Cámara de Diputados volvió a ser un lamentable escenario del bajo nivel que tienen los legisladores argentinos y que lo exponen por la pantalla en cada sesión.
Ocurrió el miércoles pasado, se repitió ayer, con cruces, chicanas, vulgaridad, groserías y representaciones que dejan a los diputados muy lejos de aquellos que prestigiaron el Congreso nacional a lo largo de la vida institucional de nuestro país.
La semana pasada fue un escenario de golpes de puño entre los diputados Oscar Zago y Lisandro Almirón, una legisladora que le tiró agua de un vaso a una colega, y epítetos que pusieron al recinto en un campo de Agramante.
Ayer se repitió la lamentable historia, con el protagonismo de la diputada (y periodista) Marcela Pagano, que tuvo expresiones muy duras y en la cornisa del lenguaje con el presidente del Cuerpo, Martín Menem, pidiéndole a los gritos un tema relacionado con presuntos audios, que pusieron a la cuestión en la polémica, porque se decía que eran reales por un lado y que surgían de la inteligencia artificial por el otro.
Lo cierto es que los representantes del pueblo argentino, del oficialismo y de la oposición, quedaron en deuda con los que dicen representar. Tendrían que recurrir al histórico y emblemático libro de José Ingenieros "El hombre mediocre". Han puesto a la mediocridad como protagonista en lugar de ocuparse de lo que realmente exige el ciudadano común.
Hace casi noventa años se produjo un escándalo en el Senado de la Nación con el asesinato de Enzo Bordabehere, un senador que se interpuso para que no mataran a Lisandro de la Torres. Estaba en juego la República, había denuncias de corrupción por el tema de las carnes... Un siglo después hay escándalo en el Congreso, pero no se trata de lo que se discutía en aquella ocasión sino de la mezquindad, el mirarse el ombligo, la seducción del poder sin la menor cuota de respeto por el ciudadano.
Y ya que hablamos de José Ingenieros y el hombre mediocre, también recordar que un día de 1939 llegó a la Argentin el filósofo José Ortega Gasset, quien estudió a los argentinos y terminó el análisis sintetizando una expresión que con el correr del tiempo sigue mas vigente que nunca: !ARGENTINOS, A LAS COSAS!
PD: Recién el periodista Nelson Castro refirió un aspecto que hace a esta nota y que muestra la diferencia entre nuestra realidad y la de los países del Primer Mundo. Dijo que alguna vez le preguntó a un embajador suizo cuál era el tema que tenía como protagonista a su país, y afirmó, sin ponerse colorado, la calidad del yogur. No más palabras, señor juez!!!
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