Por Eduardo Menescaldi
Hoy y mañana Venezuela vive tiempos definitorios de su futuro. Porque en un país "normal", civilizado, democrático, mañana tendría que asumir el presidente electo, Edmundo González Urrutia, que ganó las elecciones del pasado 28 de julio, según registran las actas de ese acto electoral. Actas que nunca presentó el dictador Nicolás Maduro, con el agravante de sentirse un "enviado de Dios" para gobernar a los venezolanos. En realidad a los pocos que quedan en el país -porque hay millones en el exterior- y que sufren el régimen, ya sea apoyándolo con la cuota de fanatismo correspondiente o en silencio porque todo aquel que se anima a criticar sufre las consecuencias (cárcel, torturas y todos los oprobios habidos y por haber).
Maduro ha redoblado su apuesta. Militarizó a los civiles, con la entrega de fusiles rusos. Les dijo a sus seguidores que son el pueblo y marcó la cancha, señalando que hay que defender la democracia -todo un eufemismo- contra los que pretenden imponer el terrorismo. Y de paso vuelve a hablar del gendarme argentino Nahuel Gallo, acusándolo de terrorista y de haber llegado al país con la intención de matar a la vicepresidenta. Toda una concepción aberrante, porque bien podía haber dicho que el objetivo era matarlo concretamente a el mismo.
Se han convocado marchas desde la gente de Maduro, armada con fusiles, hasta la oposición encabezada por María Corina Machado, que aseguró que hoy va a salir de la clandestinidad para acompañar a los que reclaman que se cumplan los resultados del 28 de julio.
Esas marchas opositoras también están convocadas en otras partes de la región fundamentalmente, incluida la Argentina con una concentración hoy a las 17 en la Plaza de Mayo.
Maduro se despachó contra los líderes de la región que anunciaron que no irán a su asunción porque no se respeta la democracia. El último caso llegó desde Panamá, donde el presidente recibió a Edmundo González Urrutia, quien le entregó en custodia las actas de las elecciones que registraron su amplio triuno sobre Maduro.
El dictador venezolano llamó al presidnete panameño "viejo asqueroso" y fue muy violento e irrespetuoso con su colega.
Ya que de Panamá se trata, vale mencionar lo que dijo el canciller de ese país, quien aseguró que se espera una "gran sorpresa" entre hoy y mañana. No quiso adelantar qué quería decir cuando se le pidió que diera mas detalles.
Cada vez mas Maduro se distancia de la región. Hasta un eventual "amigo" como el presidente de Colombia, Petro, anunció que no irá a la asunción por el secuestro del colombiano Castro, defensor de losd erechos humanos y porque en Venezuela no se respeta el resultado de las elecciones.
Así las cosas, se entiende que hoy y mañana Venezuela dará un paso fundamental hacia el futuro. Porque el presidente electo ha dicho que asumirá mañana y no quiso contar la estrategia que se ha preparado para ese objetivo. Lógicamente, de ingresar al país podrá ser capturado por el régimen, que publicó la existencia de un recompensa de 100 mil dólares para quien lo pueda apresar.
Todo este combo tiene todos los matices y pone a la región en vilo. De seguir Maduro, endureciendo su ya violento gobierno -hay mas de 2000 presos políticos en el país, muchos extranjeros, entre ellos el gendarme argentino- el país caribeño se convertirá en la peor Cuba o en un remedo de la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan o la Nicaragua de Ortega.
Si se da la otra posibilidad, o sea la salida del dictador, los aires y sueños de libertad comenzaron a soplar en Venezuela, con la perspectiva de que comiencen a volver los millones que están desparramados en Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Chile, Uruguay, y en países de Europa.
Argentina vive esta causa con un interés supremo. Máxime con la posición del presidente Javier Milei y de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que provocaron la reacción de Maduro que ayer mismo calificó a Milei de "nazi" y "sionista".
Esquirlas de toda esta situación se podrán vivir en los próximos días: se viene el Sudamericano sub 20 en Venezuela y Argentina mostraba la posibilidad de no enviar a sus futbolistas por los riesgos que se corren, como el hecho de ser considerados los argentinos como terroristas, sin fundamento por cierto, teniendo en cuenta lo que le pasó al gendarme Nahuel Gallo hace un mes.
Maduro sigue llevando leña para inflar su hoguera de vanidades, y habrá que ver si alguien tiene el agua suficiente para apagar semejante incendio.
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