No solo violó la Constitución de su país, sino que el dictador Nicolás Maduro refuerza su actitud autoritaria. Ha dicho que se siente "soldado de Perón" y mostró un reloj que le regaló Diego Maradona. También aseguró que si lo ponen en jaque va a endurecer su posición "imperialista" en una Venezuela que cada mas se transforma en la Cuba de Sudamérica.
Con las fronteras con Brasil y Colombia cerradas, con el espacio aéreo controlado y los misiles antiaéreos dispuestos a actuar si por ahí se le ocurriera ingresar al legítimo presidente, Edmundo González Urrutia, el dictador siembre de terror y de opresión a los venezolanos que se atreven siquiera a criticar al régimen.
Ahora resulta que se espera con ansiedad el 20 de enero, fecha en que asumirá la presidencia de los Estados Unidos el inefable Donald Trump. Se dice que solo el primer mandatario del país del norte podrá poner un dique a las pretensiones de Maduro. Hasta se señala que Maduro secuestra extranjeros -entre ellos el gendarme argentino Nahuel Gallo- para poder tener moneda de cambio a la hora de canjear prisioneros y habrá que ver qué pide a cambio el hombre que habla con el loro de Hugo Chávez y que puso a Simón Bolívar en el lodo de una revolución traicionada.
Venezuela está infectada de militares cubanos, que mezclados con las fuerzas armadas del país, han cambiado radicalmente los sueños de libertad de los compatriotas.
Hay ocho millones de venezolanos diseminados en distintos países de América y cuando se levanten las restricciones en la frontera seguramente habrá muchos que tomarán sus maletas y buscarán destino en alguno de los países que los reciban con los brazos abiertos.
Maduro ha señalado al presidente argentino, Javier Milei, como su enemigo y lo tildó de nazi, sionista y sádico social, tres cucardas que Milei luce con satisfacción, y que le dan impulso para contraatacar frente al peligro que significa una Venezuela convertida en una dictadura feroz, con la cárcel llamada Helicoide, una especie de ESMA de la dictadura militar argentina.
Frente a este panorama resulta increíble -o no tanto- la reacción de las Madres de Plaza de Mayo, haciendo apología de Maduro y su régimen, o el silencio atronador de los K, empezando por la jefa, Cristina Kirchner, y siguiendo por sus adláteres, o por los que se acercaron al kirchnerismo desde otras veredas, entre ellos el diplomático Carlos Raimundi, el hijo de Raúl Alfonsín e incluso Alicia Castro, aunque en este caso se entiende su pasado de embajadora en Venezuela en tiempos de Hugo Chávez, con una relación mas que diplomática.
Así las cosas se vive un nuevo panorama en la geopolítica de Sudamérica. Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia, incluso Brasil con sus bemoles, Panamá, Perú... nuestro país, constituyen una constelación política que deberá reponerse de lo que significó la usurpación del poder de Maduro. Que "asumió" en soledad, en una Caracas vacía de contenido ciudadano, como lo señalaron los periodistas que pese al régimen se atreven a contar la realidad.
¿Será finalmente Donald Trump, que no oculta su acercamiento a Vladimir Putin, el encargado de ponerle límites a un Maduro que emponderado por el apoyo de las fuerzas armadas se siente el Fidel Castro de esta parte del continente? ¿Podrá quebrar a las fuerzas armadas para parar a Maduro? Lógicamente, el dictador cuenta con el respaldo de Diosdado Cabello, que entiende que el terror es la única manera de gobernar en tiempos venezolanos de autocracia.
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