A DIEZ AÑOS DEL ASESINATO DEL FISCAL ALBERTO NISMAN

 Por Eduardo Menescaldi

Su ex esposa, la jueza de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, dijo ayer en el programa especial que se emitió por La Nación+ que ha sido el mayor magnicidio ocurrido desde la vuelta de la democracia en 1983.

Se cumplen hoy diez años del asesinato del fiscal Alberto Nisman, horas antes de presentar en el Congreso el informe sobre el pacto con Irán, suscrito por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que significa la impunidad, el cinismo, la hipocresía y la corrupción juntos en un acto de gobierno.

En un país que había sufrido dos graves atentados del terroismo iraní -el ataque a la embajada de Israel y a la mutual AMIA dos años después- se suscribía un pacto con el agresor y se daba la espalda a la democracia para avalar un acuerdo impune y escrito con la sangre de las víctimas.

Como dijo Arroyo Salgado, muchos argentinos recuerdan que estaban haciendo en el momento en que se conoció al muerte de Nisman en su departamento de Le Parc.

A partir de ahí se sucedió una cadena de irregularidades para ocultar la verdad y proteger a los agresores.

El gobierno de Cristina Kirchner, con su legión de secuaces, en todos los órdenes, embarró la escena del crimen, con una manada de búfalos -como se definió- a las 88 personas que estuvieron en el departamento.

Desde Sergio Berni a Oscar Parrilli, desde el ministro Mena a la fiscal Fein, pasando por los custodios y su negligencia, etcétera, etcétera. Todo un gobierno kirchnerista que al principio habló de suicidio pero que terminó reconociendo que fue un crimen.

Así lo corroboró la justicia, que espera el juicio oral para determinar responsabilidades y culpabilidades.

El gobierno jugó al peor juego que se podría imaginar. Desde el quilmeño Aníbal Fernández, que se encargó de ensuciar al fiscal asesinado, distribuyendo afiches con Nisman junto a mujeres en fotos que mucho después se comprobó que era falsas y habían sido construidas con montajes.

Hubo mucha desidia en el caso Nisman. No hubo voluntad política de investigar y se persiguió a jueces y fiscales que se animaron a averiguar el caso.

Hoy el fiscal Eduardo Taiano es el encargado de la causa. Realiza su tarea con profesionalismo y responssabilidad. Quizás en el subconciente del fiscal todavía siga incidiendo aquella situacion que vivió en el 2008, cuando no apeló el sobreseimiento exprés de los Kirchner, acusados de enriquecimiento ilícito, porque no podían justificar su crecimiento patrimonial.

El juez de la causa, Oyarbide, sobreseyó en tiempo récord y mas tarde confesó que lo habían tomado "del cogote" para obligarlo a fallar en ese sentido. Taiano era el fiscal que debía apelar la sentencia de Oyarbide y la dejó caer. Sin embargo, por esos días se supo que le secuestraron un hijo y amenazaron al juez si apelaba. Cuando la causa se cayó por falta de apelación, fue liberado el joven.

El caso Nisman generó en su momento una reacción multitudinaria de la ciudadanía con la gran marcha de los paraguas, en un día de lluvia, donde gentes de todas partes se reunieron para pedir justicia y acompañar a la familia del fiscal en su dolor. En aquella época las hijas de Nisman tenían 8 y 15 años. Una década después las niñas concedieron una nota al periodista Diego Leuco en la que mostraron el orgullo que les daba ser hijas de Nisman, destacando el legado de su patria de haber dado su vida por la patria.

Sandra Arroyo Salgado confesó que la muerte de Alberto sin duda ocurrió porque el informe que iba a presentar en el Congreso tocaba al poder de turno en sus partes mas íntimas, y señaló que el pacto que había firmado Cristina Kirchner con Irán era sin duda un acto de traición a la patria, por haber acordado con los asesinos de las atentados de la embajada de Israel y de la AMIA.

En otro orden de cosas, la ex esposa de Nisman recordó que en esos días tanto ella como sus hijas eran amenazadas, perseguidas, vigiladas, y se dieron una serie de hechos que tenían a la familia en vilo, como es la presencia de gentes extrañas en su casa, en el colegio de las chicas y otros lugares.

No debe olvidarse que un periodista que dio la primicia de la muerte de Nisman tuvo que escapar del país cuando su nombre, boleto de pasaje y destino se dieron a conocer por la agencia oficial Telam.

Alberto Nisman había adelantado el miércoles anterior a su muerte aspectos del informe que iba a dar en el Congreso -fue en el programa A dos voces por TN, con el periodista Edgardo Alfano- y todo hacía suponer que el gobierno kirchnerista, el principal acusado por el pacto con Irán, iba a sufrir las consecuencias de esas denuncias.

Sin embargo no pudo dar su informe porque apareció muerto en su departamento en circunstancias muy sospechosas.

De las investigaciones se desprende que hubo cruces de llamadas entre el gobierno kirchnerista, la gente de inteligencia, los funcionarios del poder en cantidades industriales. Se borraron huellas, se ensució la escena del crimen, se pretendió hacer aparecer el caso como un suicidio, cuando no había un solo indicio de que el fiscal pudiera decidir ese desenlace.

Ni siquiera la pistola que le aportó el informático Lagomarsino hacían suponer ese final. El propio Lagomarsino hoy está en un primer lugar en la lista de los imputados.

El magnicidio que terminó con la vida del fiscal Alberto Nisman mueve y conmueve. Pasó una década y todavía no hay un merecido castigo a los culpables, autores materiales e intelectuales.

Nisman llevó muchos años de su vida para investigar los atentados terroristas que sacudieron al país y estaba a un paso de hacer conocer el resultado de esa labor, con el remate del deplorable acuerdo con Irán, que significaba acordar con los autores de los atentados, todo un despropósito.

En esas circunstancias, fue asesinado. Dejó el legado de un fiscal que ha dado su vida por la patria. Ahora debe ser la patria, a través de sus funcionarios judiciales, la que deberá devolver a la ciudadanía la esperanza para que ese legado no quede impune y se sume a tantos en los que la justicia no pudo resolver la intriga.

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