Sin duda el talento de Gustavo Castignola supera todos los parámetros de la escena teatral. Ya lo había mostrado años atrás con El infierno del Dante, adaptación libre de la histórica Divina Comedia, de Dante Alighieri.
Ahora se atrevió a recrear la obra de Víctor Hugo, recreada en el Buenos Aires del siglo XX, con el porteñismo a flor de piel y el tango como gran protagonista.
Son distintos cuadros, donde el tango dice presente por doquier, comenzando con Yira Yura y siguiendo con la música de Piazzolla, otros tangos como Uno, La Calesita, el Firulete (con la inefable voz del varón del tango, Julio Sosa), y siguen los tangos. Digamos que con El Firulete se muestra un cuadro conmovedor.
Aunque tampoco podía faltar el inmigrante italiano, la tarantela, la cantina del tano con la camiseta de Boca, las chicas de vida alegre... Las "boquitas pintadas" que cantó Carlos Gardel con las "rubias de Nueva York"... Mery, Peggi, Beety, Julie....
La historia de Juan Valjean -Castignola argentinizó a Jean Valjean- y la implacable persecución del inspector Javier llevan el hilo de la obra, con cuadros que se suceden sin solución de continuidad. El hombre que en la etapa pos Revolución Francesa, roba una hogaza de pan y es perseguido y encarcelado. Se fuga una y otra vez, lo detienen porque se lo acusa de robar un candelabro. Sufre el rigor de la cárcel, la tortura...
En este caso la acción está situada en la Buenos Aires tanguera del siglo XX. Un elenco multitudinario viste la obra, donde el baile y la coreografía dicen presente. Cada cuadro es un desafío a los actores, que se lucen bailando y jugando las escenas con singular maestría.
De pronto Valjean fatiga su condición miserable con el fondo del icónico tema de Atahualpa Yupanqui, El arriero.
La guerra no podía faltar en la escena, en un ambiente sórdido, donde los vulnerables, los desposeídos, los menesterosos tienen su lugar preponderante. Y la muerte no falta a la cita y envuelve a los personajes con su secuela patética.
Gustavo Castignola sabe leer el ambiente teatral con imágenes que mueven y conmueven. De pronto Juan Valjean junto a una niña muestra el globo rojo, que hacer recordar aquel inolvidable cortometraje francés de Albert Lamorisse.
Frente a tanta desventura, injusticia, el olvido como puñalada al alma, aparecen los chicos que son los Bichos de la Calle, porque se arrastran, nadie los tiene en cuenta y constituyen esa masa de olvidados a los que nadie tiene en cuenta.
Federico Lozano es Juan Valjean, Alejandro Bodegue, el inspector Javert, y con todos ellos un elenco multitudinario y de alto vuelo artístico.
Sabe Gustavo Castignola formar elencos y tiene un equipo estable que en muchos casos tuvo su bautismo de fuego en la histórica obra Picnic ... un río con historia.
Vale destacar el vestuario de Miguel Montalto. ..
La coreografía fantástica, que reconoce la gestión maravillosa de Daniela Cimer.
Un universo felliniano que lleva al espectador a batir aplausos después de cada cuadro.
Vale resaltar al elenco con el personaje que interpreta cada uno.
Federico Lozano es Juan Valjean.
Alejandro Bodegue, el inspector Javert.
Mariela Miele, hermana de Juan.
Elías Jalí, guardiacárcel.
Gabriel D´Amelia, preso 1):
Sulpicio Chengo Ojeda, preso 2).
Carla Dalla Via, Fantine.
Padre Myriel, Héctor Fruscio.
Ama de llaves, Mónica Marcote.
Sargentino Ternardini, Claudio Perozzi.
Señora de Ternardini, Verónica Contreras.
Cosette niña, Carla Protto.
Cosette adulta, Marysol Soncin.
Mario, Darío Fernández.
Muerte: María Inés Pereyra.
Pareja de baile: Gisela Pérez, Saúl Peña.
Acordeón, Lalo Bianchi.
Asistencia de dirección: Rocío Rodríguez.
Dirección general: Gustavo Castignola.
ULTIMA FUNCION
El viernes hubo que agregar una función, el sábado se realizó la penúltima y este domingo será la última a las 20, en la Casa de Arte Doña Rosa, en Colón 279, Quilmes, con las localidades agotadas.
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