Hoy se celebra en el país el día del taquígrafo parlamentario, recordando que en 1946 se fundaba la Asociación Argentina de Taquígrafos Parlamentarios.
El taquígrafo es el profesional que transcribe con signos a la velocidad del habla lo que se dice, ya sea con lápiz o lapicera o birome. En la actualidad también se han sumado las máquinas estenográficas.
El taquígrafo parlamentario toma las sesiones del Congreso -Diputados y Senado- y asimismo las reuniones de comisión en ambas Cámaras.
Los Cuerpos de Taquígrafos parlamentarios se destacan por su profesionalismo, porque deben sumar concentración, sabiduría, conocimientos, reponsabilidad y personalidad para no dejarse llevar por ninguna pasión partidaria, si se quiere.
Se trata de que la comunidad conozca lo que se dice en las sesiones del Congreso o en las Comisiones, y para eso se necesita velocidad taquigráfica, porque hay oradores que hablan a una importante cantidad de palabras por minuto y después volcar en la versión todo lo dicho, con criterio para que el discurso del eventual orador tenga coherencia y fundamentalmente, esté al alcance de interpretación de quien lea la versión.
Generalmente en los Cuerpos taquigráficos se trabaja en parejas de a dos, primera y segunda, encargado el primero de dictar la versión y el segundo, de llevarla a la computadora. Se toman turnos de cinco a diez minutos y las traducciones orillan entre los 40 y 80 minutos según la duración del turno.
Quilmes tuvo el honor de contar con dos habitantes de la ciudad que llegaron a la dirección de los Cuerpos. En el caso de Diputados, Miguel Silva Rey; en el Senado, Jorge Bravo.
La labor de los taquígrafos en las sesiones suele ser silenciosa y pasa apenas advertida, pero cuando hay sesión, frente a la presidencia, puede observarse una mesa donde están los taquígrafos en funciones.
Feliz día, entonces a los taquígrafos parlamentarios!
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