Quirino Cristiani nació en Italia pero desde chico llegó con su familia a la Argentina, y se estableció en la ciudad de Bernal.
En 1917 estrenó la primera película de largometraje de animación, convirtiéndose en la primera de su característica en el mundo. Se llamó El Apóstol, y estaba referida a Hipólito Yrigoyen. El estreno fue once años antes de que apareciera la producción de Walt Disney.
Para esa película Cristiani utilizó 58.000 cuadros de 35 mm (14 por segundo).
Su nieto, Héctor Cristiani, escribió el libro Mi abuelo, el pionero, donde traza la historia de este hacedor que pasó a la historia por su talento y su creatividad, valiéndose de sí mismo para realizar sus filmes. A tal punto que el propio Walt Disney se sorprendió porque hacía todo solo, cuando Disney contaba con un gran equipo para ello. Disney lo convocó para que fuera trabajar con el a Estados Unidos pero Quirino prefirió quedarse en la Argentina.
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