En el Centro Cultural Artenpié, Vicente López 237, Quilmes Oeste, fue puesta en escena la pieza "Desatar mi bata quisiera", de Silvina Sastre, con las actuaciones de la autora y de Sonia Silva Rey. El próximo domingo 10 de noviembre a las 18 será una nueva función.
En la oportunidad Silvina homenajea a su tía Sara, quien fue titular de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores), filial Quilmes y fundadora del Centro de Intelectuales de la Provincia (C.I.P:), y quien estuvo en pareja con el gremialista Cipriano Reyes, del Sindicato de la Carne y autor del libro "Yo hice el 17 de octubre" en el que cuenta todo lo ocurrido en esa fecha de 1945, cuando se produjo una gran movida, desde el Sindicato en Berisso hacia la plaza de Mayo para reclamar la libertad de Juan Perón, que estaba preso en la isla Martín García. Esa fecha paso a la historia como el día de la lealtad.
En esta obra, dirigida por Laura Zerba, Silvina se presenta como una especialista, digamos artesana de las pelucas y desde ese lugar va tejiendo una historia.
Como dice el folleto de la presentación la protagonista "piensa, trae recuerdos que va enhebrando como los cabellos. Un día lacio y al otro enrulados, teje y desteje su historia una y otra vez".
Y en eso de enhebrar historias habla de la mujer, del feminismo, de la infancia, de la alegría, la soledad, la tristeza, los miedos...
Cuenta por ahí que tuvo un novio a los 27 que era muy proclive al diccionario, lo que le permite destapar palabras que la mueven y conmueven, como palurdo y ampulosidad, o se detiene en la soporidad o sonoridad o sororidad.
Así juega con las palabras y se divierte contando historias. La familia, la madre, el hermano...
De pronto juega con las pelucas y atrapa una pelirroja, se la coloca y casi mágicamente se transforma en Sara Sastre, la tía.
Quien conoció a Sara Sastre -venía seguido al diario El Sol y contaba sus historias, a veces lo hacía sola, otras con su pareja Cipriano Reyes, vivían en el primer piso en la esquina de Ortiz de Ocampo y Moreno- recuerda sus movimientos, sus gestos, sus mohines y sus aires de grandeza, sus peinados, sus maquillajes... Una mujer del mundo literario, de la poesía, del lenguaje que sentía que no era reconocida.
Y en un momento, se recita el poema que lleva el título a la pieza ...
Cuenta Silvina, mientras se presenta en el escenario también Sonia, que representa a Ella, un poco el alter ego de la protagonista, la que la interpela y concentra sus pensamientos.
Hay un excelente juego corporal que reconoce la magia de Marcela Pesquero en el entrenamiento respectivo.
La obra es una versión de "Raros peinados nuevos", de Ana Julia Gonzales Sastre.
En el programa Silvina agradece "a Sara por herencia Sastre de familia" y a Pablo D´Andraia por traducir ideas en sonidos. Muy buena la música que acompaña la propuesta.
Un texto maravilloso que envuelve todo el escenario y le da alto vuelo. Como las palabras que se toman de Tennessee Williams, en "El zoo de cristal" cuando define "el tiempo como la distancia mas larga entre dos lugares".
Precisamente esos lugares que van pasando en el relato recurren en forma constante al pasado, la infancia, las alegrías de los chicos y de las chicas, las travesuras, el tiempo de felicidad al que se aferra para detenerlo y contenerlo. Las preguntas sobre el paso del tiempo, la vejez, el cuerpo, la soledad que no admite atender el teléfono o asumir un reportaje para una radio local...
Todo está en "Desatar mi bata quisiera", hermoso y profundo homenaje de una actriz, directora y docente coo Silvina para que la imagen de Sara siga dando vueltas por el universo quilmeño.
Y Silvina la trae al ruedo con toda su espectacular presencia, como cuando llegaba Sara al diario El Sol o se paseaba con Cipriano por la Rivadavia peatonal. Su presencia nunca pasaba desapercibida... y como sentencia Silvina con este neologismo: artesana... ARTESARA...
Sara por Juan Carlos AltamiranoCHALO AGNELLI EN EL QUILMERO
En su página de El Quilmero, el inolvidable docente, escritor, periodista e historiador Chalo Agnelli describe así a Sara Sastre. "De una altura imponente, robusta sin ser "echada en carnes", cuidaba con atildado esmero su aspecto exterior, el maquillaje de una perfección dramática, pelucas siempre en tonos (se veía la calidad de Pozzi) que iban del cobrizo al borgoña, que iluminaban su piel muy blanca.
No era una persona que pasara desapercibida ni por su aspecto físico ni por su selecta y variada vestimenta, sus tacos de considerable altura ni por su voz rotunda y femenina de buen decir.
No necesitaba micrófono ni en la sala amplia del teatro de la Sociedad Italiana ni aun de dimensiones mayores en el viejo cine Cervantes.
Cuando iba por la peatonal Rivadavia, exactamente por el centro de la arteria, no pasaba desapercibida para nadie, siempre acompañada por algún aliado o aliada, afecto o afecta, contertulios, amigas como la locutora Ely Fontana, la maestra y poeta Teresa Bajman, el escritor Francisco González, Rosa Massone u otros.
En 1987 publicó el libro de 20 poema "Sinfonía otoñal," con la tapa ilustrada por el artista Angel Ottonello y el prólogo de la psiquiatra Marga Iturburu.
Precisamente esto dijo Marga Iturburu sobre este libro de poemas y su autora: "No puedo dejar de comparar a Sara Sastre con una hoguera pero tampoco puedo ignorar que una hoguera no puede arder eternamente si no se la alimenta. En la fuente inagotable donde ella abreva se encuentra el enigma de este ser que con candor nos acerca la evocación de su vida en un resurgimiento que con natural crescendo se transforma, en sus poemas, en una poderosa sinfonía otoñal".
EL POEMA
He aquí en el recuerdo de El Quilmero, de Chalo Agnelli el poema Lluvia de Sara Sastre:
Llueve.
Desde el ventanal de mi cuarto
llega hasta mi
el olor a tierra mojada
mientras por los cristales
se deslizan gotas redondas
como lágrimas perladas de novia no enjugadas.
Poco a poco
la lluvia va envolviendo mi cuerpo.
Desatar mi bata quisiera
correr por las calle sin rumbo
entregar a la madre natura
mis pechos de mujer deseada.
Quiero sentir el goce de la lluvia
caer en éxtasis de amor
y darme a el por entero.
!Cuanto tiempo sin hablarme!
haciendo cada día mas lejana mi esperanza
de que pueda compartir esta soledad.
Y afuera es primavera.
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