Nadie puede discutir la importancia de la educación en un país que espera crecer y desarrollarse. Como decía Domingo Sarmiento la educación debe ser política de Estado y todo lo que se haga en su favor es plausible. Hay que destinar todos los fondos posibles para este rubro, en todos los niveles: jardín, primario, secundario, universitario.
Hoy está en el tapete el tema universitario y la decisión del gobierno nacional de vetar la ley de financiamiento universitario, con el argumento que el objetivo es el déficit cero, que no salga mas de o que entra y si se quiere mejorar el financiamiento, el gobierno reclama que se le diga de dónde saldrán los fondos para un incremento y deja picando la pelota en la cancha el presupuesto nacional 2025, que está debatiendo la Cámara de Diputados en Comisión.
En todo caso la oposición tendrá que proponer la asignación de partidas para las universidad, por supuesto con el sustento de ser respaldadas con fondos genuinos y no mágicos.
Frente a ello, los estudiantes universitarios han decidido tomar las casas de altos estudios, con el kirchnerismo y la izquierda como principales protagonistas.
Se sabe que hay universidades donde la pluralidad de pensamientos e ideas no es posible. El ejemplo mas emblemático es la Universidad Nacional de La Plata, puntualmente la Facultad de Periodismo, donde hay una kirchnerización manifiesta. No olvidar que fue decana Florencia Saintout, hoy titular del Instituto de Cultura de la provincia de Buenos Aires. Dejó la semilla K a tal punto que quien no profese la religión de los que llegaron una vez al poder desde Santa Cruz y terminaron gobernando 16 de los últimos 20 años en democracia (el intervalo fue de Mauricio Macri).
Ahora podemos sumar a la ola K y de izquierda a la Universidad Nacional de Quilmes, donde ayer hubo incidentes en una asamblea de los militantes de ambas líneas, para decir el paro y la toma. En eso hubo llegada de jóvenes de la Libertad Avanza, que pretendieron exponer su posición en contra de la toma y a favor del estudio, porque debe señalarse que estos tiempos son de exámenes, con todas las complicaciones habidas y por haber.
El kirchnerismo sigue con su habitual política de embarrar la cancha cuando no gobierna -lo sufrió en su momento Mauricio Macri, sin embargo contra viento y marea pudo cumplir el mandato- y por eso se sue al tema de la universidad y sus fondos para alentar el caos (algo de lo que alguna vez recomendó el papa Francisco: hagan lío).
En lugar de sentarse las partes en pugna para buscar una solución, que conforme a todos, se amplía la grieta y eso se advierte con la toma de tantas casas de estudios terciarios.
Javier Milei dice que es necesario auditar la utilización de los fondos que asigna el Poder Ejecutivo al mundo universitario, y desde el otro lado, se responde que hay auditoría, aunque hace rato que no se entregan informes del uso de los fondos.
En una nota con el periodista Antonio Laje, el primer mandatario ratificó que no se saldrá de la posición de no destinar un peso mas sin respaldo. Dijo que el Estado aporta 100, por ejemplo y deberán ser utilizados en la materia. Si pretenden que sea mas, entonces el Congreso deberá responder con argumentos para decir de dónde saldrá la plata, subrayó Milei.
El equilibrio fiscal sigue firme, según el titular del Poder Ejecutivo. Se podrá protestar, como lo hacen los jóvenes, aunque en muchos casos detrás hay políticos que atizan el fuego con el objetivo de pudrir las cosas, pero el gobierno está firme y sólido en su convicción y decisión.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que el conflicto universitario, en cuanto a fondos, tomas y demás, debe ser resuelto por los rectores, que a su entender tienen la responsabilidad de asumir la situación y tomar medidas al respecto.
Dentro del mismo tema, hay estudiantes que reclamaron públicamente ser respetados en su voluntad de estudiar y hacer frente a los exámenes que se vienen.
En síntesis la cuestión universitaria no se resuelve con tomas, paros, insultos... Los rectores deben dejar de lado su color político y hacerse cargo de su responsabilidad en cuanto al funcionamiento de la universidad que encabezan.
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