Por Eduardo Menescaldi
Evidentemente, los cruces por las redes -la moderna forma de comunicación- entre Cristina Kirchner y Javier Milei condimentan hoy las ensaladas que arman los programas políticos, de chimentos, periodísticos.
Sin embargo, difícilmente puedan compararse con las cartas que por ejemplo se cruzaban a mediados del siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi.
Las Cartas Quillotanas sobre la constitución del Estado nacional, del año 1852, movían ideas de ida y vuelta entre el crítico de Facundo (Quiroga) -civilización y barbarie- y el hacedor de la Constitución Nacional -Bases y Puntos de partida para la organización política de la República Argentina.
La política se mete en el barro con estos mensajes KM (Kirchner-Milei) y pone sobre el tapete la falta de respeto de los que mandan por el soberano, el famoso pueblo, tantas veces maltratado. En todo caso están a KM de distancia de la realidad nacional.
En lugar de atender los temas candentes que deberían ocupar y preocupar a estos dirigentes -la inseguridad, la pobreza, la educación, etcétera- se ensucian en el barro de las diatribas y de los insultos, que los dejan a años luz de imaginar que alguna vez pueden ser o podrían ser estadistas. En realidad "están" pero "distan" mucho del ideal de dirigentes ejemplares.
Y para colmo a la hora de hacer autocrítica o asumir la responsabilidad de lo que hicieron o dejaron de hacer, lucen el lavado de manos con una réplica del histórico Poncio Pilatos.
Mientras el ciudadano común -el que se levanta a las 6, toma el tren y/o varios colectivos para llegar al trabajo, si lo tiene y vuelve cansado a su casa al atardecer, o aquel que no tiene trabajo y lo sigue buscando en forma infructuosa- transpira la camiseta de su patria, estos personajes llenan espacios para mostrar sus miserias.
Cuando juran suelen decir, muchas veces sin convicción que si no cumplen con sus promesas que Dios y la Patria se lo demanden... ¿No será el momento para que Dios y la Patria comiencen a demandarlos?
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