Dicen que la jubilación habla de una palabra que viene de jubileo, lo que significa festejo. Después de haber dedicado muchísimos años al trabajo, llega el momento del pase retiro. Se aportó durante treinta o mas años a la respectiva caja, y se celebra esta situación. Pero cuando se verifica el monto que da el Estado por mes, el beneficiario no tiene menos que agarrarse la cabeza.
Hoy por hoy la jubilación mínima, que percibe la gran mayoría de los jubilados, orilla los 304 mil pesos o sea 236 dólares al precio del paralelo, y algo mas de 300 al valor oficial de la moneda norteamericana.
O sea, se trata de migajas que de ninguna manera devuelven al trabajador la deuda que el Estado contrajo con la suma de aportes realizado durante el extenso período laboral.
Desde el gobierno actual, el presidente de la Nación, Javier Milei, le decía anoche al periodista Luis Majul en La Nación mas que el salario del jubilado ha crecido en forma exponencial el relación a los gobiernos anteriores, incluso que ha estado por encima de la inflación.
Sin embargo, el jubilado no percibe esta situación, en todo caso se ilusiona con la movilidad jubilatoria que aprobó el Parlamento y que justamente Milei decidió vetar en forma total. Será el Congreso el que tendrá la última palabra al respecto, para lo cual deberán insistir ambas Cámaras con los dos tercios, un número difícil de sostener en esta instancia, pero que si se logra significará un duro revés para el Poder Ejecutivo.
Desde el Ejecutivo se hace trascender la posibilidad de seguir con la dádiva de los bonos, que solo perciben los de la jubilación mínima. Porque el que cobra un poco arriba de esa suma, no tendrá bono, y en todo caso se equiparará lo que va a cobrar con la mínima, si con el bono se supera lo que cobra.
Así las cosas, se hace indispensable una reforma previsional con la mirada puesta en las próximas generaciones de pasivos.
Porque hoy el sistema no tiene sostenibilidad. Dicen los que entienden en el tema que para que un sistema sea fuerte deben existir cuatro activos por cada pasivo, cuando hoy las cifras hablan de 1,4 activos por cada jubilado. Una relación que determina un sistema imposible de sostener, cuando debería ser realidad que el jubilado cobre al menos el 82 por ciento móvil del sueldo del activo.
No hay que olvidar que los gobiernos anteriores, sobre todo los kirchneristas, rifaron el sistema, incorporando unos tres millones de jubilados al sistema, con el agravante de no tener aportes para sostener la nueva figura. Todo eso llevó a la realidad de 1,4 x 1, imposible de sobrellevar desde el punto de vista económico-financiero, salvo que se apele al recurso lamentable de la emisión desenfrenada, que tuvo explosión sobre todo durante el ministerio de Economía de Sergio Massa.
Los jubilados seguirán siendo la gran variable de ajuste del sistema económico financiero argentino.
En la memoria de muchos pueden estar imágenes de la dirigente de los jubilados, Norma Pla, reunida con el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, cuando ella le decía que la jubilación no le alcanzaba y el funcionario lloraba, aduciendo que a el tampoco le alcanzaba llegar a fin de mes con un sueldo de 10 mil dólares (época del 1 a 1).
-No llore señor ministro... decía Norma Pla.
Y todos los miércoles en la zona del Congreso, Norma Pla y un grupito de jubilados realizaban marchas alrededor del edificio para reclamar jubilaciones dignas, con el 82 por ciento móvil como estandarte.
Hoy, jubilarse es celebrar desde el punto de vista de la palabra, porque en la realidad, que es la única verdad, si no se tiene familia que banque o recursos acumulados de antes, resulta muy difícil no ya llegar a fin de mes sino al día quince...
Comentarios