SEÑOR SALVIA: LOS TAQUIGRAFOS NO SOMOS "CASTA LEGISLATIVA"...

 Por Eduardo Menescaldi # 

Con el título de "la casta legislativa", el representante de CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), Gabriel Salvia, publicó un artículo en Clarín en el que se refiere a la burocracia en el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación, con la cantidad de empleados permanentes y temporarios. Y menciona las políticas de reducción por razones de austeridad, con la increíble propuesta de eliminar los cuerpos de taquígrafos, según pensados para otra época.

Dice que en el Senado se redujeron 451 contratos pero 81 empleados pasaron a integrar la planta permanente. Actualmente, la Cámara Alta tiene 2769 empleados de planta permanente de un total de 4458 agentes.

En Diputados siguen 4701 empleados, de los cuales 2239 son permanentes y 2462 temporarios. Y se queja de que esta Cámara sigue sin brindar la información pública como lo hace el Senado.

En este marco el autor de la nota habla de austeridad legislativa y sostiene que los libertarios podrían inspirarse en los parlamentarios socialistas argrentinos de principios del siglo XX. Y cita que el 3 de febrero de 1915, Enrique del Valle Iberlucea, intervenía en un debate legislativo sobre el presupuesto y afirmaba que "si abrigamos el firme y sincero propósito de introducir apreciables economías en este presupuesto, debemos dar el ejemplo, reduciendo considerablemente el anexo del Congreso".

En base a esto le recomienda al titular de Diputados, Martín Menem y a la responsable del Senado, Victoria Villarruel, que inicien una reforma político administrativa en el Poder Legislativo Nacional y propone una serie de acápite de recortes.

Habla de congelar las vacantes de la planta de personal permanente del Poder Legislativo Nacional y establecer, como en Chile, que en lo sucesivo todos los puestos de este tipo se cubran por concurso en base a un perfil objetivo.

Agrega que siguiendo el ejemplo australiano, el Poder Legislativo Nacional debería establecer una disposición que impida el nepoteismo.

Propone poner fin "a la beneficencia con dinero del contribuyente y eliminar los subsidios, becas de estudio y pensiones graciables.

Mas adelante propicia la eliminación de la imprenta en la era de la digitalización y los cuestionamientos ambientales.

Y sigue con la motosierra: propone eliminar "el cuerpo de taquígrafos pensado para otra época".

Evidentemente, Salvia desconoce profundamente el profesionalismo y la capacidad técnica de los cuerpos de taquígrafos, en todos los casos ingresados por concurso.

Los Cuerpos de Taquígrafos llevan mas de 120 años de existencia y en todos los tiempos han sido ojos y oídos de la historia legislativa argentina. Basta con recurrir a los diarios de sesiones para seguir atentamente los debates con total rigurosidad.

La cantidad de integrantes de ambos cuerpos no superan el centenar, por lo que su eliminación solo sería anecdótica en cuanto a las cifras de austeridad que pudieran significar, y de hecho se perderían pilares fundamentales en el funcionamiento del Poder Legislativo.

Los taquígrafos registran la palabra de diputados y senadores en el recinto con un aporte profesional que supera todo lo imaginable.

Seguramente el señor Salvia no ha leido esa obra monumental de quien fue director del Cuerpo del Senado, Ramón Columba, con una histórica editorial que durante años fatigó la actividad legislativa. Su libro El Congreso que yo he visto, con sus ilustraciones, recuerda etapas de la primera mitad del siglo pasado.

CLAUDIO ESCRIBANO

El diario La Nación publicó el pasado domingo un apasionante artículo del periodista José Claudio Escribano, con el título "El arte de injuriar".

Habla del tema de los epítetos, insultos, y demás expresiones y cruces entre políticos, que encabezados por el propio presidente Javier Milei tiene repercusión en otros animadores de la vida institucional.

Y en este artículo también se refiere a las versiones taquigráficas y brinda aportes históricos.

Recuerda que una tarde de 1959 o 1960, "en tiempos que los cronistas parlamentarios todavía ingresaban sin restricciones en medio de una sesión al recinto de la Cámara de Diputados, este cronista conversaba animadamente con Arturo Mathov, legislador porteño. Mathov ocupaba un sitial en la fila del bloque de diputados de la UCR del Pueblo mas próxima a la presidencia del Cuerpo. Colgaba de sus labios un eterno cigarrillo, con cada colilla encendía el siguiente y así, sin parar. Debía haber sido aquella una charla trivial, porque nada recuerdo de lo que hablábamos.

"En esas circunstancias, pidió la palabra José Liceaga. Pepe, diputado de la UCRI y estanciero de Lobería, que lo perdió todo por la política. Al oírlo, Mathov saltó como un resorte de la banca. Extendiendo hacia Liceaga el brazo que agitaría para enfatizar el oprobio, pronunció no menos de diez veces el vocablo maldito que ha amargado en los últimos meses la vida de Gerardo Morales, el ex gobernador de Jujuy castigado en el discurso de Milei. "Usted es un c...". Usted es un c... Usted es un c...

"Liceaga, político de prosapia radical, fiel seguidor, en principio, del presidente Frondizi, estaba casado con Marisa Liceaga, la bella mujer envuelta por el escándalo, y también ella diputada nacional. Los Liceaga habían sido subyugados por las ideas desarrollists de Rogelio Frigerio. Mathov aun lanzaba denuestos -en realidad, un escueto mantra, escalofriante- cuando los diputados de la UCRI, todos a una, avanzaron para silenciarlo. Tropezaron con la pared conciliatoria de los demás diputados de la UCR del Pueglo, armada alrededor de quien iba a ser destinatario de golpes por la ira generada.

"El profesor Federico Fernández de Monjardín, hombre sobrio y bondadoso, de Luján, que vestía a la antigua y ejercía la presidencia de la Cámara, dispuso testar el epítiteto irreproducible de la versión taquigráfica de la sesión. Se atuvo asi a tradiciones inmemoriales en el Congreso. Lo que no logró es que perdurar ante la borra del tiempo una sensación de amargura entre quienes asistieron a aquella intempestiva interrupción del debate por un diputado que solía interpretar los fuertes sentimientos antifrigeristas de la Armada

"Todavía a fines de los cincuenta los viejos taquígrafos del Congerso mentaban en rueda de café una brutalidad de parecida naturaleza lanzada por el senaor Lisandro de la Torre, durante el famoso debate por la cuestión de las carnes contra el ministro Federico Pinedo. De modo que no hay hoy en escena ninguna obra de pioneros en eso del insulto como arma destinada a lograr efectos políticos".

Escribano habla de los taquígrafos, que a lo largo de la historia siempre gozaron de un respeto por su capacidad profesional y su jerarquía técnica.

No son casta legislativa, señor Salvia, todos ingresaron por concurso y a lo largo de mas de cien años son pilares  de la actividad legislativa, 

Cabe agregar que solo una vez en la historia los Cuerpos de Taquígrafos fueron disueltos. Fue el 28 de junio de 1966 por decisión del entonces interventor militar en el Congreso, Felipe Gerardo José Mazzini, en el marco del golpe de Estado del general Juan Carlos Onganía.

A fines de 1972 los Cuerpos fueron reincorporados al Congreso y como desde su fundación siguen firmes en brindar ojos y oídos de la actividad legislativa. 

Lo que propone el señor Salvia resulta sin duda un auténtico despropósito, porque eliminar los Cuerpos de Taquígrafos significaría dar un golpe terrible a un enorme sostén de la República desde las versiones de los diarios de Sesiones.

# Jubilado como taquígrafo de Diputados de la Nación, después de mas de cuarenta años de labor

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