La Fraternidad, el gremio ferroviario, decidió un paro de 24 horas hoy, generando múltiples inconvenientes a los usuarios que en el orden del millón y medio cotidianamente utilizan este servicio. Todos debieron buscar otra manera de viajar, fundamentalmente utilizando los colectivos. Por eso, las largas colas en Once y Constitución entre otros epicentros para subir a los colectivos.
La gente, como siempre, fue el rehén de la decisión de los sindicalistas ferroviarios, que se animaron armar una medida de fuerza a un gobierno que apenas lleva mas de dos meses en ejercicio del poder.
La casta sindical, esa a la que tanto ataca el presidente Javier Milei, se dio el gusto de complicarle la vida al usuario, con un gremio que tiene un secretario general (Maturano) que lleva tres décadas al frente de la organización.
Sindicalistas ricos, muchos millonarios, se animaron a provocar este daño a la multitud que fue la gran perjudicada por el paro.
El gobierno nacional no quiso acceder a una medida de conciliación obligatoria, que hubiera detenido la medida de fuerza, mientras las partes se reunían para buscar un acuerdo en materia salarial.
Pero este no es el único conflicto social gremial que deberá enfrentar el gobierno de Javier Milei. Mañana habrá una medida de fuerza del gremio de sanidad, curiosamente el que comanda uno de los jeques de la CGT, Héctor Daer.
Y como si esto no bastara, se anuncia un paro de estatales el lunes y lo mismo, cuatro gremios docentes, que complican el inicio de las clases, en este caso, los perjudicados serán los chicos. Por eso, desde el gobierno se advierte la posibilidad de declarar como servicio esencial a la educación, lo que significaría que ese bien sea respetado y que los alumnos puedan concurrir a los colegios mas allá de las medidas de fuerza.
Los sindicalistas juegan su partido con el gobierno, los gordos frente a los que mandan, ambos alejados de la posibilidad de negociar o consensuar. Mientras se produce esta pulseada, la realidad dice que en el medio está la gente, siempre usada como rehén.
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