Por Eduardo Menescaldi
Faltan ocho días para la asunción de la nueva fórmula presidencial -Javier Milei y Victoria Villarruel- crece la expectativa por conocer lo que puede pasar en la que podría llamarse la nueva Argentina.
Curiosamente, o no, la fecha del 10 de diciembre coincide con la celebración de los 40 años de la instauración de la democracia, tras la feroz dictadura militar que asoló el país entre 1976 y 1983.
Tras los gobiernos radicales -de Raúl Alfonsín y Fernado de la Rúa-, los peronistas -Carlos Menem, Eduardo Duhalde y los Kirchner, Néstor y Cristina- y del PRO -con Mauricio Macri- aparece ahora una nueva definición.
Se llegó a una definición por balotaje, en tres instancias electorales, y terminó ganando el equipo de la Libertad Avanza, con un mensaje disruptivo, con anuncios que movieron y conmovieron, y últimamente con una serie de mensajes mas moderados, como puesta en escena del famoso teorema de Baglini, es decir, cuanto mas cerca del poder se esta mas posibilidades de emitir mensajes de este tenor.
Hay una nueva Argentina en marcha, al menos por lo que significa Javier Milei en la historia política argentina.
Si se hiciera una comparación con el fútbol argentino, que está disfrutando del titulo mundial a nivel selección, en el orden doméstico el caso Milei podría compararse con el ascenso de Barracas Central a la primera división y ahora la posibilidad de que lo mismo le pase al Deportivo Riestra (que hace diez años estaba en la Primera D, la última categoría de nuestro fútbol).
Milei genera inquietud. Porque se lanzó al ruedo hace muy poco, empezando con sus incursiones en el programa televisivo Intratables, donde comenzó a hacerse conocido.
De ahi el trampolín saltó a la política casi sin darse cuenta. Un buen día apareció como candidato y generó las reacciones de todo el universo político, que se sorprendió y asustó cuando hablaba de cerrar el Banco Central, dolarizar la economía, eliminar los Ministerios, ajustar las cuentas públicas, la venta de armas y de órganos, etcétera.
Sin embargo, después de haberse lanzado y seguir con sus irrupciones disruptivas, llegó un momento en que la realidad lo puso contra el espejo y lo hizo reaccionar. Por eso, fue retrocediendo en algunos aspectos a medida que se acercaron las elecciones. Y después de las generales, que lo posicionaron en primera fila, Milei fue dándose cuenta.
Llegó el momento del balotaje y de la victoria ante Sergio Tomás Massa, ahora llega el gran desafío de asumir el gobierno... y el poder. Lógicamente, el primero será el domingo 10, el segundo será con el tiempo. Como Néstor Kirchner en su momento, los primeros tiempos de Milei deberán ser fundamentales para ir concentrando poder, que le permite ir desarrollando su plan de gobierno.
Ya dijo que al día siguiente de la asunción va a enviar un paquete de leyes al Congreso, con el objetivo de una pronta sanción como para tener una base de sustentación. Eso significará buscar consenso, negociar, realizar acuerdos, y demás.
También, lógicamente, encontrará reacciones de los sectores que se verán afectados, por ejemplo, con los anuncios de ajuste. Ya piqueteros, sindicalistas, detentores de planes sociales, están anunciando protestas frente a lo que se viene. Los eventuales recortes, con el mensaje de que "no hay plata", provocarán reacciones, quizás alteraciones del orden público, y habrá que ver de qué manera responden las fuerzas de seguridad. Ya hubo un anticipo cuando policías de la Capital impidieron un corte de Polo Obrero en la Nueve de Julio.
Con Patricia Bullrich como ministra de Seguridad se anticipa que se tomarán medidas para evitar lo que ha venido sucediendo durante los últimos cuatro años, en que los piqueteros y grupos sociales quieran hacer valer sus derechos con las protestas, manifestaciones y demás recursos a los que apelan para reclamar a las autoridades.
Por todo lo antedicho, vale repetir que con Milei-Villarruel se viene una nueva Argentina, y habrá que ver cómo hace el 55 por ciento que votó esta fórmula para defender la política que buscar concretar el nuevo gobierno.
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