Se juega desde las 17 en el mítico estadio Maracaná, de Río de Janeiro, Brasil, la gran final de la Copa Libertadores de América entre Boca Juniors y Fluminense.
El árbitro, el colombiano Wilmar Roldán.
Boca Juniors va por su séptima Copa Libertadores y su gente lo ha entendido con creces. Porque si bien tiene 20 mil localidades en el estadio, hay otros 80 ó 90 mil que están en el lugar y que vivirán el partido desde afuera. El histórico Sambódromo albergará a esa multitud de hinchas Xeneizes que están alentando al equipo de la ribera.
Lógicamente, como final, Fluminense tiene lo suyo. Su gente apuesta a su primera Libertadores y cuenta con la ventaja (o no) de ser local precisamente en el estadio en el que siempre juegan.
El clima que se vivió en los días previos con los hinchas de Boca y la policía brasileña generó preocupación, a tal punto que hubo una reunión de la Conmebol, organizadora del certamen, la Confederación Brasileña de Fútbol, la Asociación del Fútbol Argenino y las autoridades brasileñas para analizar la situación, que concluyó con la decisión de jugar el partido, fortalecer la seguridad y evitar mas hechos de violencia (la policía brasileña mostró una represión exagerada con los hinchas boquenses).
Hay una tremenda expectativa por este partido. Boca volvió a demostrar el sinónimo de fenómeno que envuelve su historia y es como que se ha paralizado el país para seguir su resultado en esta finalísima. Con la pasión de sus hinchas y la oportunidad de los que no comulgan con el auriazul si termina ganando el brasileño.
Hay una fórmula que parece infalible para Boca: si después de los 90 minutos y del suplementario sigue el empate, se va a recurrir a los penales. Y ahí todas las fichas están puesta en el arquero Romero, que ha sido fundamental en los pases anteriores.
Boca va con Sergio Romero; Luis Advíncula, Nicolás Valentini, Nicolás Figal, Frank Fabra; Ezequiel Fernández, Pol Fernández, Cristian Medina, Valentín Barco; Edinson Cavani, Miguel Merentiel
Comentarios