Por Eduardo Menescaldi
Según se anticipa esta tarde en un acto proselitista, una mas del oficialismo, se encontrarán el presidente en ejercicio real a la sazón ministro de Economía, Sergio Massa, y la jefa del kirchnerismo, Cristina Fernández de Kirchner, en el marco de los quince años de la estatización de Aerolíneas Argentinas.
Sergio Massa parece ser un todopoderoso, porque simultáneamente maneja la economía del país y alimenta su campaña para ser presidente de la Nación. Por eso se multiplican los actos con que el oficialismo pretende convencer a la ciudadania, aunque cuando se hurga en los actos se observa que hasta se puede inaugurar..."una canilla", como le pasó a Coqui Capitanich en el Chaco.
Ayer el diario La Nación, en una nota firmada por Maria José Lucesole, se mencionó la política del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien desesperado por lograr la reelección -sería probablemente el bunker del kirchnerismo en el caso de perder las elecciones nacionales, como durante la época del presidente Mauricio Macri fue el distrito de La Matanza- expande el gasto y suma regalos del Estado para apuntalar su campaña.
Dice la periodista que "notebooks, bicicletas, cunas, gorras, mochilas o botellas de agua. También descuentos para comprar alimentos y para cargar la SUBE. El gobernador Kicillof potenció su campaña hacia las PASO en las últimas semanas con la entrega de bienes o de beneficios que están comprendidos en distintos planes de gobierno, pero que en el contexto actual adquiere un claro tinte proselitista. Todo antes de la veda que regirá la semana que comienza.
Se agrega que el gobernador entregó en la semana pasada la netbook número 100 mil, anuncio la universalización del plan Qunita, que repartirá 7000 kits mensuales y semanas antes, entregó miles de bicicletas".
Seguramente no está prohibida esta política clientelar -incluso desde el próximo miércoles se prohibe seguirla por la veda-, de todas maneras desde el punto de vista moral, el respeto por los valores, el ejemplo como pauta de conducta, etcétera, lo que se está realizando como política roza con la verguenza como instrumento de la realidad.
A Javier Milei se lo denostó por las denuncias de compra de cargos, sin embargo el repudio que debería generar la acción del gobernador no parece tener la misma intensidad, porque en el fondo se trata de una política clientelar. Dar beneficios, dádivas, espejitos de colores, a cambio de votos. Algo que en los feudos que sobresalen en Formosa, San Luis, Santiago del Estero, Chaco... son moneda corriente.
De todas maneras las elecciones de ayer en Santa Fe dan una cuota de esperanza, porque el votante no se dejó llevar por las promesas irracionales y apeló a la inteligencia para consagrar a un ganador con amplia ventaja con el justicialismo, que tuvo una de sus peores elecciones de los últimos tiempos. E incluso el votante castigó a la propia Carolina Losada, quien se equivocó al denostar a su compañero de ruta, Maximiliano Pullaro, con denuncias relativas a las relaciones con los narcos, cuando como ministro de Seguridad los santafesinos valoraron que haya puesto preso a los Monos.
El voto inteligente, que se vio en Santa Fe, podrá repetirse en otras provincias e incluso en el país, porque el ciudadano común, mas allá de sus ideas, observa la realidad y fundamentalmente, su situación económica, social, política, además de la inseguridad y las injusticias.
Hoy se juntan el superministro Massa, que está desesperado por ser presidente, y la jefa del kirchnerismo. La tercera pata de los que mandan, el presidente nominal Alberto Fernández, ve la realidad hoy desde Bruselas en un encuentro internacional del CELAC y la Unión Europea. Distante como nunca de la realidad y de su verdadera función, ya dijo hace unos días que cumplió con su mandato. Palabras que generaron todo tipo de comentarios, pero que dejaron expuesta su realidad: hoy simplemente es un presidente sin poder, el que está en los que hoy se reúnen por un festejo relativo a Aerolineas. Alberto vuela -se dio el gusto de hacerlo en el aviónpresidencial-, sus presuntos socios echan leña al fuego del poder, buscando avivar las llamas para no terminar en una nube de cenizas.
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