UNA CARTA DE LECTOR: UNA NACION QUE FRUSTRA ILUSIONES

 Vale la pena reproducir la carta de un lector que publicó el diario La Nación en la fecha. La firma Gabriel Weil, quien por su número de documento debe orillar los 65 años.

En pocas palabras resume una situación familiar, cómo cambió la realidad argentina de nuestros abuelos y bisabuelos, que llegaron al país para "hacer la América" -en muchos casos huían del hambre, de la guerra y de la frustración europea- que hoy se ha transformado en los chicos que miran Ezeiza como lugar de partida para buscar destino en otros países.

Así dice la carta: "Nuestros abuelos llegaron a la Argentina, tierra de refugio, esperanza y progreso. Un pais libre, moderno y rico. Aquí pudieron alimentar sus ilusiones, criaron y educaron a nuestros padres muy lejos del hambre y de las persecuciones. Aquí crecí y me eduqué, las calles ya habían comenzado a ser inseguras y los vaivenes políticos y económicos empezaban a teñir el horizonte de una luz oscura.

"Mis hermanos decidieron continuar sus vidas en el exterior, donde pudieron formar familias y desarrollarse profesionalmente, lejos de las penurias que vivíamos los que aquí nos quedamos. Años después fueron mis padres lo que toamron un avión, buscando una nueva oportunidad en el exterior.

"Aqui quedé, con el dolor profundo que genera la distancia, a pesar del contacto por cartas, esporádicos llamados telefónicos o encuentros con tiempo limitado.

Mientras tanto me casé, formamos una familia, pudimos criar y educar a nuestros cuatro hijos. Los vemos encaminarse en sus vidas, en un país que ha llenado de obstáculos los caminos de sus habitantes.

"El miércoles pasado nuevamente me ha tocado volver de Ezeioza con lágrimas en los ojos. Nuestra hija mayor, junto con su marido y sus hijos, partieron para continuar con sus vidas en el exterior. Tenemos el alma por el piso.

"Señores y señoras que se dedican a la política y dicen saber gobernar: dejen de robar las esperanzas, los futuros, las ilusiones. Nuestros abuelos no se equivocaron al venir a vivir a este país, los equivocados somos nosotros, a la hora de elegir a nuestros gobernantes. Si no lo hacemos mejor, viviremos siempre con el alma por el suelo". 

Gabriel expresa en pocas palabras un sentimiento que hace a la frustración, la desazón porque aquí no se repite aquello de otrora de la tierra que abría los brazos a "todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino" y que hoy se ha convertido en un expulsor de jóvenes que solo ven el aeropuerto de Ezeiza como punto de partida.

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