LA MUERTE DE NAYLA PUSO EN EL CANDELERO LA GUERRA NARCO Y LA HIPOCRESIA DE LOS POLITICOS

 Por Eduardo Menescaldi

En un enfrentamiento narco en la villa 1.11.14, una bala alcanzó a un ángel, la niña Nayla, de cuatro años, quien estaba jugando con sus hermanos y amigos y recibió un disparo mortal.

Según se comentó, se trata del choque de dos bandas narco que se disputan el poder en ese escenario. Lo cierto es que la niña pagó con su vida la sinrazón de los que la desprecian.

Tienen que pasar estas cosas como la sentencia a las asesinas del niño Lucio, de La Pampa, y también a los asesinos del joven Fernando Báez Sosa, por una horda de ocho jóvenes, cinco de los cuaels fueron condenados  a cadena perpetua y tres a quince años, para que la opinión pública tome conciencia de los males que acechan al sistema, cuestiones que la democracia, que este año está cursando sus cuatro décadas, no ha podido resolver.

Entonces, aparecen los testimonios y el hecho de lavarse las manos o pasarse la pelota. De pronto el quilmeño Aníbal Fernández, ministro de Seguridad de la Nación, le echa la responsabilidad al gobierno de la Ciudad, y a su jefe Horeacio Rodríguez Larreta, porque según el ministro la seguridad en esa villa corresponde a la policía de la Ciudad. No dice nada de lo que ocurre en Rosario con la guerra narco, que el año pasado registró 288 muertes y este año en los pocos días que transurrren, ya tuvo 36 asesinatos. Y entre ellos el del joven Jimmy Altamirano, un músico que no tenía ninguna relación con los narcos o con la barra de Newell´s, pero que fue secuestrado y asesinado frente al estadio del club rosarino, con un mensaje mafioso dirigido a algunos referentes de la barra del Rojinegro.

Aníbal Fernández, ministro de seguridad de la Nación, su par de Santa Fe, que ayer fue reemplazado por un ex jefe de gendarmería y el que está a cargo de la seguridad de CABA tendrían que reunirse todos los días y ensayar fórmulas estructurales para atacar de cuajo al narcotráfico, que transformó a Rosario en particular y lugares de Capital y el Conurbano como epicentros del mundo narco, que adquieren singular publicidad cuando hay asesinatos por choques entre bandas o por qué no, de mini carteles.

Nayla es una víctima más de la ausencia del Estado en los temas que realmente ocupan y preocupan a la ciudadanía.

No hay voluntad de terminar con el flagelo y la realidad es que las cosas se agravan cada día. 

Mientras esto está pasando, los que mandan, oficialismo y oposición, se encuentran pendientes de promover o rechazar el juicio político a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hoy precisamente hubo una nueva reunión de la Comisión de Juicio Político, en la que se aprobó la admisibilidad de un juicio que solo interesa a la jefa del kircherismo para licuar su situación judicial con las causas que tiene, aunque los seis años de condena, por la causa Vialidad, ya están decididos, y solo faltan los nuevos pasos de la causa judicial.

Inseguridad, cada vez más tangible, inflación, desocupación, el dólar que sigue subiendo por el ascensor en su versión blue, los piqueteros y sus reclamos, los pseudo mapuches, que tienen el tupé de autopercibirse como tales en Mendoza y que recibieron la gracia del Estado, por DNU, con 25 mil hectáreas en tierras con petróleo y riquezas naturales, son algunos de los temas que tendrían que ser la plataforma de los candiatos, oficialismos y oposición, en este año electoral. Deberían anunciar de qué manera intentarán alcanzar la ansiada solución.

Así las cosas, tanto Juntos por el Cambio, como el Frente de Todos, muestran sus internas, sus trapitos y como si no alcanzara, ahora se sumó Lilita Carrió, quien anunció su postulación a la presidencia.

En medio de este campo de Agramante, la muerte de Nayla interpela a todos porque muestra la debilidad de la democracia para resolver los problemas mas acuciantes. Sin duda, cuando hay una niña que perdió la vida en estas condiciones, el reclamo a los que tienen responsablidades de gobierno y de poder resulta más que urgente. Ojalá que Nayla hoy, como ocurrió con Fernando y Lucio, se transforme en la luz que alumbre  a los políticos, a fin de que se den cuenta de lo que realmente interesa a los argentinos.

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