UNA INJUSTICIA QUE CLAMA AL CIELO, DECLARACION DEL ARZOBISPADO ROSARINO

 


La verdad es la única realidad. Eso vale para saber lo que realmente pasa en Rosario con el flagelo del narcotráfico. Por eso cabe publicar lo que comunicó el arzobispado de la ciudad santafesina.

"Rosario vive en circunstancias, cuya injusticia clama al cielo. De esa manera se refería San Pablo VI a la situación de poblaciones faltas e lo necesario para una vida humanante digna (Cf. PP. N 30).

"Y esto es lo que nos pasa. Nuestra dignidad es desconocida y vulnerada. No solamente por la pobreza que castiga a grandes sectores sino también por la violencia que nos angustia, restringe nuestra libertad y enluta.

"La falta de empleo, de salud, de educación, de horizontes de sentido para la vida, un sistema previsional debilitado, instituciones públicas degradadas, los atentados al medio ambiente, la decadencia ética, han generado un terreno propicio para que arraiguen las adicciones y el narcotráfico, negocio de macabros intereses, cuyo crecimiento no podemos explicar a no ser que esté cobijado por sectores del poder.

"Esto es injusto. Pero la injusticia crece y más clama al cielo po rla falta de respuestas de los distintos niveles del Estado, representados por magistrados y funcionarios designados legalmente en democracia y cuyo poder queda deslegitimado por un ejercicio de este que no genera a las políticas públicas lúcidas, decididas y valientes necesarias y que antas veces hemos reclamado haciéndonos eco del sufrimiento de lal gente.

"Nadie puede decir que no tiene responsabilidades ni algo que aportar a la solución, pero son las autoridades las que cuentan con mayores recursos tanto para eliminar las causas como las nefastas consecuencias de la violencia criminal.

"Por eso en este Año Mariano Arquidiocesano pedimos a nuestra Madre del Rosairo que inspire a toda la ciudadanía, pero especialmente a la dirigencia polícia, económica y social, para que dejando de lado intereses y mezquindades arriben a los consensos imprescindibles que deberán ser la base de esas políticas públicas lúcidas, decididas y valientes a implementar por los magistrados y funcionarios actuales, y los que en cada oportunidad sean elegidos democráticamente. Solo así se podrá lograr la paz tan largamente anhelada que posibilite la convivencia fraterna que nos merecemos". 

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