El año electoral ya está en curso, aunque la serie de cuestiones que atrapan al ciudadano común difícilmente pasen por ocuparse de este tema. Sin embargo, la realidad, que es la única verdad, es que ese ciudadano común tendrá que votar en agosto las PASO y en octubre las generales, donde deberá decidirse por el que a su entender mejor va a encarrilar el desequilibrio económico, político, social, cultural que vive el país.
El oficialismo tiene tres patas, cada una anda por su lado y si bien se supone que a la hora de los comicios irán juntos, por ahora las luces de artificio que muestran las tres patas producen sus efectos.
Alberto Fernández estuvo ayer en la Antártida, muchos se preguntaron para qué fue, por más que ayer fue el día de la Antártida, en homenaje a la presencia argentina en ese continente desde 1904... Y la foto que la propia Presidencia distribuyó entre los periodistas, que hoy es tapa de Clarín, por ejemplo, expone al primer mandatario en una soledad conmovedora... gélida como el paisaje que lo acompaña.
La otra pata, Cristina Kirchner, sigue en su lugar en el mundo, El Calafate, a tal punto que siendo titular del Senado no va a estar esta mañana en la sesión preparatoria de elección de autoridades del Cuerpo. Incluso tiene que soportar la decisión de cinco senadores de formar un bloque, el Unidad Federal, un desprendimiento del Frente de Todos. Una incógnita por saber cómo jugarán estos senadores en el recinto cuando haya que aportar al quórum y votar.
La tercera para es Sergio Massa, el hombre de las mil caras, que rompe los espejos cuando se trata de recurrir a un archivo (¿será cierto que algún día dijo que iba a barrer con los ñoquis de La Cámpora?¿Será cierto que también dijo que con el kirchnerismo nunca mas...?¿Es real ese video donde habla bien de la Corte y defiende la división de poderes?
Hoy Sergio Massa, como ministro de Economía, se las rebusca para contener el clima inflacionario. Se animó a imaginar un índice que empiece con el número 3 en abril, ilusión que por ahora choca abiertamente con la realidad, a tal punto que su segundo, Jorge Rubinstein, ahora habló de ese índice a fin de año.
La oposición también tiene sus bemoles. Horacio Rodríguez Larreta está lanzando su candidatura, pero también lo hace María Eugenia Vidal (con el aval del que todavía no se decide, Mauricio Macri) y en las provincias, que este año tendrán elecciones separadas de la nacional, en muchos casos Juntos por el Cambio tropieza con distintos arreglos que ya en La Pampa le dieron un traspié (porque en las internas el candidato radical venció al del PRO).
Frente a este panorama incierto, en un país donde el narcotráfico hace de las suyas y se pasea orgulloso con todos sus efectos negativos y trágicos en ciudades como Rosario -fue impactante la multitud de familiares de víctimas que anoche cantó el himno y lamentablemente los medios no registraron muy poco, como lo señalaba Viviana Canosa en su programa de La Nación+- el Conurbano bonaerense, también en CABA, crece la gran incógnita por saber qué puede ocurrir con la postulación del libertario Javier Milei.
Disruptivo, con el mensaje reiterado de ir "contra la casta política", es una propuesta que atrapa a muchos, sobre todo jóvenes, sean de izquierda o de derecha.
¿Qué podría pasar si Milei finalmente entra al ballotaje?¿Cualquiera sea el otro candidato, es decir, del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio, qué hará el que haya quedado afuera a la hora de decidirse?Ese eventual sector que no ingresa al ballotaje, ¿se animará a votar al que pelea con Milei?
No olvidar que en países como Estados Unidos y Brasil, la bronca generó que aparecieran los Trumph y los Bolsonaro, que llegaron a la presidencia.
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