El espacio Granderos Bicentenario recuerda que un 6 de febrero de 1829 llegaba al puerto de Buenos Aires el barco inglés "Countess of Chichester", y a bordo estaba el general José de San Martín, quien volvía a su padre desde su exilio en Francia.
San Martín tenía 50 años y estaba registrado bajo el nombre de José Matorras. Volvía a su tierra que lo había visto nacer, tres cinco años de exilio voluntario.
Regresa para vivir los años que le quedaban en su chacra de Mendoza. Venía a buscar la paz que necesitaba, después de tantos años de sacrificio y entrega. No pide ni quiere mucho más que eso.
Sin embargo, se entera rápidamente que en su amada tierra solo corre sangre y violencia.
Pronto queda descubierta su identidad y le ofrecen el poder, pero San Martín no lo quiere. Ya tuvo poder y fue una carga para su espíritu.
En el navío se multiplican las visitas y los ofrecimientos, halagos y lisonjas. El sigue en el barco y decide regresar al exilio.
El general percibe con dolor y resignación que los argentinos no aprendimos nada. La liabertad y la independencia que él legó al país solo se utilizó para matarnos entre compatriotas.
Quien juró sobre la Cruz de su sable corvo jamás derramar sanvgre de hermanos, entiende que en su propia tierra no podrá encontrar la paz que anhela.
Tal como vino, sin pisar la patrai amada, vuelve al exilio para vivir lso años de prócer que aún le quedan, lejos de la violencia que tanto aborrecía.
Con el barco partió rumbo a Montevideo con los ojos cargados de nostalgia y añoranza, ve a su tierra amada alejarse en la distancia.
José Matorras volverá solo a su Patria treinta años después de muerto.
Como dato de color, vale mencionar que el integrante de la Academia Nacional Sanmartiniana, el gran historiador quilmeño Jorge Olarte fue autor de una iniciativa que se plasmó en su momento en ordenanza, y que fue reiterada años después al no cumplirse, por la cual proponía instalar una réplica de la Pirámide de Mayo en la costa de Quilmes, teniendo en cuenta que para esta fecha de 1829 San Martín regresaba al exilio vía Montevideo, pasando por la costa quilmeña. Una manera de recordar con ese símbolo este hecho histórico.
La ordenanza está pero nunca se plasmó en los hechos.
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