NICOLE NAU-LUIS PEREYRA: JAMAS OLVIDAN QUE SE AMAN...

 


Nicole Nau y Luis Pereyra, pareja de la vida y del baile nos acercaron, con la traducción respectiva, una excelente nota que publicó en estos días la revista Donna en Alemania. Mientras desarrollaban la gira del espectáculo VIDA! Argentino, la periodista Susana Schafer les realizó este histórico reportaje, donde se muestran vitales, descarnados, humanos con el baile a flor de piel, el gran motivo del encuentro en la vida y en la danza. Las fotos son de Victoria Jung.

Comienza la nota diciendo que Nicole Nau y Luis Pereyra están en el sofá en un centro comunitario de Wuppertal, donde la sensación térmica es de tres grados.

"Nos reunimos aquí porque el departamento de los bailarines justo al lado está lleno con maletas, trajes e instrumentos.

Nicole se mantiene erguida. Luis se sienta a su lado, encorvado, sobre sus codos como soportes. Ella está emocionada, casi nerviosa, tal vez porque mañana se van al amanecer a Basilea: la compañía con otros diez artistas presentarán el espectáculo Vida! Argentino.

Nicole quiere contar mucho, sobre Luis, sobre ella misma, sobre sus éxitos, su amor. En algún momento ella se pierde. El coge su mano y le da un poco de paz.

Uno siente que los dos están muy unidos, muy cercanos, han vivido muchas cosas juntos y a pesar de diferencias culturales, siempre han creido y tenido fe en su amor. Dos personalidades muy fuertes, cuyo carisma no podía ser más opuesto. 

Ella, nacida en Dusseldorf, es vinculante y elocuente. Luis tiene un gran corazón, es sensible, de mucha claridad e intransigente. Entre estos dos seguramente vuelan chispas, y a veces saltan las chispas y la tapa.egro". Caliente y frío. Ataque y resguardo. Hombre y mujer. La vida y la muerte. Polos, que se atraen y se repelen. 

El tango es libertad y sin embargo tiene reglas y estructuras claras. Ahí reside su secreto".

Parece que está hablando de su relación. Empezó apasionadamente. "Nunca olvides que te quiero" escribe Luis a Nicole cuando por fin se reunen en el 2001.

Ella tiene entonces 38 años, el es dos años más joven. 

Nicole, hija de una familia bien situada, crece en un entorno disfuncional. Su padre, copropietario de una agencia de publicidad, trabaja sin descanso, casi nunca lo ve. Su madre es alcohólica.

Nicole tiene que llevar la tarea de la casa y cuidar de su hermana pequeña.

"De niña me sentí abandonada y olvidada". A veces colocaba en secreto uno de los discos de su padre en el tocadiscos para bailar en contra de su tristeza. Más tarde, como estudiante de diseño gráfico, toma clases de danza y visita el espectáculo Tango argentino en Munich.

En el centro de la actuación: el joven bailarín ya estelar, Luis Pereyra. Está fascinada por ese arte- y ahora sabe lo que quiere. Sola se traslada a Buenos Aires, en busca del "verdadero" tango; crudo, sin afectación, lejos de todos los clichés.

A finales de los 80 el tango no estaba en la vida diaria de la gente. Pero Nicole no se rinde. Va a buscarlo, lo encuentra y perfecciona su bailar y su estilo. Poco a poco baila mejor y lentamente va llegando a la cima del mundo.

Ella se encuentra en dos sellos postales del Correo Argentino !como alemana!.

"Bailás lo que nosotros los argentinos sentimos" dijo una vez uno del público.

Luis procede del norte de la Argentina, una de las regiones más pobres del mundo. No solo conoce el hambre y la lucha por la supervivencia sino también el sentimiento de ser discriminado por argentinos blancos.

"Tuve que bailar diez veces mejor que los demás para tener una pequeña oportunidad como indígena en Buenos Aires".

Lo consigue y ahora es un bailarín y coreógrafo mundialmente reconocido.

Cuando Nicole y Luis se reunen en Buenos Aires, ambos ya son famosos.

"Su humanidad me conmovió profundamente" dice el del momento en el que se conocieron.

A ella le impresiona su claridad, la combinación de fuerte sensibilidad y su ser hombre.

Y cuando uno mira a los dos puede imaginar lo que ellos se dan entre ellos, lo que da uno al otro. El aporta gran emocionalidad e intensidad, casi radical, justo lo que ella echaba de  menos en su infancia. El sentirse querida y amada. Ella da apoyo incondicional y compensa sus picos emocionales - quizás como hija de una alcohólica puede sobrevivir gracias a ese gen compensador.

Cuando ambos se enamoraron hace más de veinte años estaban ya separados de sus primeros cónyuges, pero seguían con ellos juntos en el mundo del trabajo. Nicole, enseñando con un bailarín holandés. Luis en el escenario con una argentina, con quien también tuvo un hijo.

Al principio se mantienen cautelosos. "Como dos animalitos asustados, pasamos a hurtadillas uno cerca del otro y nos refugiamos una y otra vez en nuestras cuevas solitarias emocionales" recuerda Nicole.

Al aun no tener un trabajo en común, a menudo la vida los llevaba a estar separados durante meses. Fue cuando él estaba ferozmente celoso. "Si un hombre la miraba, saltaban chispas". Ambos estaban  inseguros. Durante días el no le habla, ella lo siente como una retirada de amor y sufre sus miedos primarios: vuelve a sentirse como la niña que no tiene atención.

Quieren tener hijos. Ella quizas debería dejar de actuar. El queire mantenerlos a los dos, le sugiere. Pero ella no puede imaginar una vida asi. Ella lo comprende. Nada es fácil. Ya eran grandes para todos los planes de una familia joven.

"El  ser hombre responsable, típico de todos los argentinso que viven en el campo,se unió en el caso de Luis a la duda sobre si mismo, quizas porque como indígena no era posible que se sienta aceptado por la sociedad de ninguna manera" dice Nicole.

Una mezcla explosiva pero los dos se dan cuenta de que el amor y las relaciones son asuntos fundamentalmente diferentes. Una cosa, el amor simplemente es, lo otro, la relación, hay que luchar.

!Nos llevó años comprender lo que ofendía al otro".

Han recorrido el mundo entero juntos. Uno al lado del otro y también pasaron tiempos en su casa cerca de Buenos Aires (EN QUILMES). 

Abiertamente, hablan de sus tres hijos perdidos. Al tercer niño Nicole tuvo que darlo a luz con contracciones de un parto natural. Luis y ella bailaron en el escenario con su bebe ya muerto en el vientre. En ese momento, el le susurró a ella: Aquí, entre tu y yo, todavía llevamos a nuestro niño a pasear. Agradezcamos ese paso".

Hoy Nicole dice: Soy madre de tres hijos pero no están aquí. Simplemente, no están aqui.

Ella quiere seguir bailando diez o veinte años más. "Hoy bailo mejor que cuando tenía 25 años".

Y hay algo quizás más difícil de entender: la cosa de la pasión.

¿Cómo consiguen aportar tanta intensidad y fuego cada vez que actúan?

Después de todo, seguramente en algún momento podrán estar cansados o de mal humor. El baile los ayuda con eso.

Nicole dice que cuando la música está ahi, es una especie de impulso interior.

Pero no se quedan ahí. De pronto falta algo. Y bailan. Uno se da cuenta de que no es un tango tópico. Tango con petrificadas caras y aires patéticos. Es un encuentro, un diálogo entre dos personas en pie de igualdad. Increíble. La forma en que sus piernas se entrelazan, enganchando sorpresivamente. Cómo celebran las pausas, cómo trazan los movimientos. 

Locura cómo cambian de un segundo a otro. Nicole, que parecía gentil y suave hace un momento, ahora tiene una decidida mirada y Luis baila con fuerza y gracia al mismo tiempo.

Luchan en el contrapunto, uno contra otro. Y de repente, en esa habitación fria, entra calidez y calor. Solo con mirar. Esta pareja no hace coreografía sino crea una unión y se experimentan una y otra vez. Jamás nada se repite, siempre de tal modo como si fuera la primera vez.

En el escenario cuentan con el apoyo de su compañía de otros diez artistas. 

Luis escribió: Jamás olvides que te amo. 



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