El 20 de noviembre se disputa la Vuelta de ciclismo de la ciudad de Buenos Aires, en Avenida H.M. Giralt Puerto Madero (foto).
La prueba tiene como objetivo realizar un homenaje al quilmeño Octavio Luciano Dazzán, primer campeón del mundo de la Argentina.
El tope de inscriptos es de 160 por categoría y la inscripción cuesta 4000 pesos. Es obligatorio el uso de casco protector, bicicleta de ruta y licencia 2022.
Habrán embalajes especiales, Todos los competidores tendrán kits de regalo de Patagonia Flooring.
AQUEL 25 DE JUNIO
Octavio Dazzán, oriundo de Quilmes, reside desde hace años en Settino Torinese, Italia.
Fue campeón mundial juvenil de velocidad pura el 25 de junio de 1975 en Lausana, Suiza.
En ese tiempo Octavio tenía 17 años.
Concurrió a la prueba acompañado por su padre y técnico Luis Dazzán. Fue una competencia dura, intensa y en la misma sufrió un grave accidente, pero se recuperó, con el aporte inestimable de su padre y logró el título en una auténtica hazaña.
En la revista El Gráfico de aquella fecha de junio de 1975 se puede leer el emocionante relato del periodista Bruno Passarelli, quien habla del título mundial y de un "gigante llamado Dazzán".
Allí se cuentan todas las peripecias que debió vivir Octavio en esa competencia y sobre todo porque su potencia y categoría despertaban la envidia de todos. Incluso desde la organización, cuenta el periodista, se tramó la posibilidad de dejarlo afuera de cualquier y no se pudo.
Porque Octavio con su juventud y su fuerza le ganó a todos.
Relata Passarelli las previas e incluso las actitudes antideportivas de otros competidores contra Dazzán, el alemán Scheller y el italiano Mantino. Esa preliminar la ganó Dazzán pero los jurados terminaron por dársela al alemán, en una decisión repudiable. Porque en la última curva el italiano se agarró de la camiseta del quilmeño y lo desequilibro.
Tuvo que remontar las cosas desde atrás, en el repechaje, con una eliminación frente al venezolano Alvarez, que terminó con una terrible caida, que dejó al venezolano fuera de competencia y a Dazzán, maltrecho. A tal punto que tuvo que ser curado y su padre hacerse cargo del estado de salud, con todas las vendas que debieron colocársele. Los que lo vieron pensaban que iba a ser imposible que siguiera participando. Sin embargo, Octavio era el que más creía en sus posibilidades.
Siguió batallando, y posteriormente, le ganó al alemán Kischin
La finalísima fue otra vez contra el alemán Scheller y ahí volvió a aparecer la fortaleza de Dazzán, que ganó con un amor propio digno de elogio.
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