UN MEDICO DEJA LA PEDIATRIA PORQUE CREE QUE NO VALE LA PENA...


 El doctor, pediatra, psiquiatra infanto juvenil, investigador, doctor Gonzalo Mesones (foto), publicó en el diario Clarín una carta en la que proclama la decisión de dejar la pediatría, porque entiende que hoy no vale la pena, al menos para él.

Comienza diciendo que después de muchos años de pediatra decidió dejar el consultorio y todos los pacientes. Agrega que la decisión fue difícil, muy meditada, recordando que la herencia familiar de médicos de consultorio subía dos generaciones. "El cariño por mis pacientes y sus familias, junto al feedback positivo que trae la consulta de mi especialidad, fueron emociones difíciles de abandonar.

"Pero trabajar siete días a la semana durante más de diez años me pareció un tiempo prudencial como para hacer un cambio de timón. ¿Por qué alguien trabajaría siete días a la semana? Si uno es profesional, estudió entre diez y veinte años para tener su especialidad, su subespecialidad, hizo residencia (para el que no está familiarizado es cuasi una colimba). En  nuestro país se debe a una necesidad económica imperiosa, y esto va en desmedro de la continua actualización académica, que es una obligación en nuestro medio.

"¿Cómo congraciar guardias interminables en horas de estudio y/o presentaciones en congresos con sus consecuentes investigaciones previas? Recuerdo, allá por los 90, con el advenimiento de la medicina prepaga, un día mi padre me dijo: Esto es el acabose, pretender pagar al  médico con un papelito en vez de dinero.

"El afán de lucro de las autoridades políticas y dirigenciales deshizo hasta el tuétano algo por lo que los argentinos habíamos siempre estado orgullosos. Médicos con prestigio de envergadura internacional, galardonados desde Suecia en numerosas oportunidades. En una profesión donde confluyen sentimientos tan argentinos como el orgullo, el continuo intento por mejorar en la profesión y esa solidaridad que tanto nos envalentonaba como sociedad, ha sido reducida a las cenizas.

"Querer ser médico en este país se transformó en una mala palabra, en una idea ridícula y solamente perseguida por ente idealista poco asesorada.

"Párrafo aparte mereció la pandemia donde confluyeron un montón de emociones de diversa índole y nos hizo a todos replantearnos el verdadero valor de la salud. Desde este lado de las trincheras les recuerdo que solo acrecentó el sentimiento de estar haciendo muchísimo por sociedades disociadas emocionalmente. Lo mismo que la dirigencia, cuando las papas queman se deshacen en aplausos, y cuando es hora de arremangarse y trabajar por una solución se lavan la manos todos cual Pilato, miran al costado y continúan con sus vidas.

TRAS EL COVID

Sigue diciendo el profesional. "Los médicos que salimos con vida de la época Covid 19, tenemos bien en claro que nadie nos proveyó de los medios económicos para subsistir (quiero hacer énfasis en el pluriempleo y la informalidad del 80% del mismo). Y mientras se nos obligaba a seguir atendiendo en guardias y sin los medios necesarios de protección en la mayoría de los establecimientos, hubo decreto en contra de las vacaciones y pseudo bonos ínfimos e insultantes.

Más adelante el doctor Mesones habla de su experiencia personal y dice que ser pediatra de una familia vale muchísimo y devuelve otro tanto. "Hoy en día, esto difiere el pasado. Salvo contados casos, los pacientes se transforman en clientes ya que el trato es como a cualquier servicio al consumidor. No hay respeto, no hay paciencia, no hay educación. Hasta parece que nadie haya sido formado en valores. Entonces, uno empieza a preguntarse si eso que uno da y por lo que empeña horas de tiempo familiar, en mi caso, es realmente valorado. 

"No es valorado por las instituciones (léase hospitales, sanatorios y prepagas) ym tampoco es valorado, en su gran mayoría, por los pacientes. Y aquí cabe preguntarse: ¿Por qué uno lo hace?¿Cuál es el objetivo?¿La vocación de servicio debe ser a costa de la vida personal o familiar? En alguna época sí, lo valía, había un respeto, tenía la retribución de la sociedad entera. Uno se rompía el lomo pero era valedero, hasta tus hijos podían perdonarte el tiempo fuera de la casa.

"Hoy no vale la pena. No para mí. No para muchos otros que tienen misma sintonía de pensamiento, pero aún no han podido dar el paso al costado. Si algo nos enseñaron estos tiempos aciagos, fue a valorar la salud, tanto biológica como social, psíquica y espiritual. Yo elijo escuchar y actuar acorde. N o creo estar solo".

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