Anoche Quilmes, en el Espacio INCAA, de Mitre 721, tuvo la posibilidad de disfrutar de la esperada película del director Néstor Maresca, "Magical Balcony Tour. Música para esperar", con las actuaciones de Florencia Suárez y los músicos Tomás y Noé Gubitsch. Tomás, un argentino que se exilió en París en 1977, aquí había integrado la banda "Invisible" junto al enorme Luis Alberto Spinetta.
Hecha en pandemia, con mucho esfuerzo, la película de Maresca unió París y Buenos Aires con todos los inconvenientes que generó el confinamiento, amén de los más de 11 mil kilómetros que separan esta parte argentina y la capital francesa.
Se trató de los 53 conciertos que fue realizando desde el balcón el músico argentino Tomás Gubitsch, con su guitarra junto a su hijo violinista Noé.
Florencia Suárez, una quilmeña que lleva la sangre artística en las venas -hija de Julio Lacarra, hermana del musico Francisco Suárez- se convierte en protagonista, porque cuenta que llegó a París pocos días antes de dictarse el encierro en Francia por el Covid 19, es decir, mediados de marzo de 2020.
Y la historia se extenderá hasta que se levanta el encierro, el 11 de mayo de ese año.
Por eso se muestran los episodios musicales que desde el balcón interpretaban los Gubitsch para alegría y disfrute de los vecinos, que encontraban en ese oasis en el desierto la posibilidad de enfrentar la pandemia con otro espíritu.
Florencia, según la historia, estaba en el barrio de los músicos y a medida que fue conociendo la existencia de los músicos-vecinos, pudo ir contactándose con esa propuesta, que también se volcaba a las redes a través de las plataformas como Facebook.
Lo que comenzó siendo un canto a la vida, que ocurría en el balcón todos los días a las 20, se transformó en una sana costumbre. Los vecinos, de parabienes, y después de cada tema inundaban el clima en aplausos.
Florencia lo cuenta con la enorme satisfacción de haber encontrado un motivo de felicidad en medio de la tragedia de contagios y fallecimientos. La historia también cuenta el protagonismo del presidente Emmanuel Macron y las medidas que se iban tomando frente a una situación inédita.
Fueron en total 53 conciertos que dieron los Gubtisch, y en la película Tomás va adelantando cada una de las presentaciones, con muchas motivaciones para justificar el tema interpretado.
Así a través de las noches parisinas demostraron su arte musical en temas como "Green Leaves" (Hojas verdes); "We shall overcame" (Venceremos); "We are the champions" (Somos los campeones); "Zamba para no morir"; el mítico tango "Sur"; "Happy Birthday", de The Beatles; "Somewhere over in the rainbow"; "Fly to the moon"; "Despedida" (emotivo homenaje a su padre a quien no pudo volver a ver a raíz de exiliarse en París en 1977, huyendo de la dictadura militar)...
Maresca, como los grandes directores, se da el gusto de aparecer algún segundo en la película, como lo solía hacer el gran maestro Alfred Hitchcock (Néstor y su flash frente a la disquería de la calle Corrientes al 1300 en Buenos Aires).
Antes de la proyección el director comentó casi como una confesión de su pasión por el cine y la imagen -ama la fotografía- y reconoció que vio en 1973 el clásico de Francoise Truffaut "La noche americana", un filme de culto capaz de enamorar a todo aquel devoto del cine.
HONESTIDAD Y OFICIO
"Magical balcony..." tiene un relato final del músico Tomás Gubitsch, que es todo un ejemplo en estos tiempos que vivimos. Destaca un párrafo del libro de Albert Camus "La peste", donde se habla de la honestidad como valor. Es una charla entre Rambert con Tarrou y el doctor Rieux. Precisamente Rieux confiesa: "Aquí no se trata de heroísmo. Se trata solamente, y puede que lo haga reír, pero el único medio de luchar contra la peste es la honestidad.
Le preguntan qué era para él la honestidad y la respuesta es contundente: "No sé qué es en general. Pero en mi caso, no es más que hacer mi oficio".
En medio de tanta incertidumbre y de la política convertida en servicio para beneficio propio, este mimo al alma, esta corriente de aire fresco, es el mejor remate para una película que ojalá se pueda ver en todo el país porque no todos los días tenemos posibilidad de disfrutar de una obra de arte.
En el cierre, mientras se conocen los nombres de todos los que pusieron el pecho a la película, se escucha la eximia voz de Florencia Suárez, cantando su tema "Oigo la voz".
En síntesis, Quilmes vivió en el Espacio INCAA un momento inolvidable... Y vale repetir el deseo de que la película se siga viendo porque en estos tiempos más que nunca vale la pena. Todos sufrimos la pandemia, el confinamiento, el encierro, lamentamos las muertes de tantos seres humanos aquí y en el mundo, y el filme nos da un mensaje optimista porque desde los balcones de París la música se transformó en un hermoso remedio para curar tantas heridas.
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