Desde aquel 1 de setiembre, con el lamentable atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, no hablaba la segunda en el poder ejecutivo (para algunos, la primera).
Lo hará mañana a la tarde en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica, en Pilar, y la sola posibilidad de escucharla ha generado expectativa y preocupación.
No se sabe qué podrá decir CFK, aunque se entiende que podría haber una nueva versión de catarata de ataques a la justicia, al poder ejecutivo de su gobierno -léase el presidente Alberto Fernández-, la economía, la inflación, etcétera.
Asimismo el sábado en un acto del Partido Justicialista hablará el hijo de CFK, Máximo Kirchner, quien también tendrá algo que decir, por lo general con la habitual cuota de repartir culpas, quizás olvidando que hoy por hoy tanto él como su madre y sus pares del justicialismo son los que están llevando el gobierno adelante desde el pasado 10 de diciembre de 2019.
Seguramente CFK aprovechará el triunfo de Lula da Silva en Brasil para congraciarse con el hermano líder y hasta podría hacer algún chascarrillo por la gorrita que lució el presidente electo con el texto: CFK 2023.
El presidente Alberto Fernández ya adelantó su estrategia de quedar bien con su socia, por más que no se hayan encontrado desde aquel día del atentado, y ha publicado expresiones duras hacia los jueces del tribunal que liberó a cuatro integrantes de la agrupación Revolución Federal, que habían sido involucrados en el atentado. Fernández criticó a esos jueces y hasta llegó a decir que ocupan un lugar, apartidos del precepto constitucional, con una ignorancia supina de la situación. Como hombre y profesor de Derecho, Fernández tendría que saber que esos jueces fueron ratificados por la Corte Suprema y también debiera conocer la Constitución que habla claramente de la división de poderes. No puede bajo ningún punto de vista incursionar en la órbita de otro poder.
Lo que pasa es que Alberto quiso quedar bien con CFK y evitar que el rayo cristinista de mañana no termine por afectarlo demasiado, como sostienen muchos cristinistas, que se la pasaron criticando al presidente de su gobierno.
Cabe anhelar que el paso de CFK por la UOM no termine siendo otro cimbronazo en la vida institucional argentina, con un gobierno de tres patas que parece estar integrado por jugadores de distintos equipos.
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