Por Eduardo Menescaldi
Se lanzó al ruedo la versión 2022 del programa Gran Hermano, una paleta variopinta de expresiones argentinas, con una depurado esfuerzo de producción, que derivó en los que hoy están en la famosa casa, desde la ex diputada nacional Romina Uhrig, kirchnerista y del municipio de Moreno, donde fue pareja con el referente Walter Festa, hasta uno que puso en el tapete su condición culinaria y que como se apellida Alfa dijo que llegaba con sus seis décadas a convertirse en el macho Alfa de la casa.
Otra joven, Belén Villar, oriunda de Berazategui, antes de entrar manifestó su repulsa a los bisexuales, y ya se anticipa un duelo con la ex diputada que defiende al "tercer sexo" por su tía trans.
Así las cosas, con los 22 puntos de rating que atrajo el programa de Telefé que conduce el buen animador Santiago Del Moro, pisó fuerte en la programación televisiva de aire, aunque con el respaldo de la virtualidad y las redes para alimentar el menú de la propuesta.
Dicen que el origen de la idea de poner a seres disruptivos en la pantalla estuvo en el famoso libro de George Orwell, 1984, con la mirada de la cámara sobre los habitantes de una determinada comunidad. En este caso con el espectador que comenzará a ponerse a favor o en contra de tal o cual, así como estarán los que decidirán no dejarse llevar por el gancho de esta tele.
En estos tiempos del país, con desocupación, inseguridad, tres actos de la lealtad por el 17 de Octubre sin la presencia del presidente de la Nación, Gran Hermano se convierte en una secuencia más de una Argentina, pan y circo.
Esto aparece en los días previos al acontecimiento futbolístico mundial que se larga allá en la lejana Qatar desde el 20 de noviembre, con la Argentina con el sueño de ser protagonista, con el técnico Lionel Scaloni y la espalda del mejor futbolista del mundo, LioneL Messi. Una Argentina que tendrá en la primera etapa clasificatoria que superar la oposición de Sudáfrica, México y Polonia.
Se sabe que el nuestro es un país futbolero, a tal punto que muchos solo se circunscriben a rendirse ante la propuesta que se da cada cuatro años.
¿Qué serán la casa de Gran Hermano y el mundial de fútbol como ingredientes para ayudar a la ensalada política que condimenta el gobierno con todas sus falencias y cicatrices?
Los tres actos del día de la lealtad, recordando el 17 de octubre de 1945, mostraron tres caras de una misma verdad, al menos proclamada por los que gobiernan. Y aunque parezca mentira, hubo quienes, quizás todos los participantes del acto, que pronunciaron críticas al gobierno nacional ... como si se tratara de un gobierno de la oposición, cuando en realidad no son más que matices de un gobierno de mil caras, que tiene en el propio presidente la mejor indicación de las cuestiones de un tiempo difícil de entender.
El gobierno, seguramente, apuesta a que Gran Hermano y el mundial sean talismanes para devolver una cierta empatía al hombre común con los que gobierno, hoy bastante vapuleados según marcan las encuestas.
Una manera de poder olvidar o mejor dicho, suavizar las broncas de la inflación que orilla los tres dígitos.
No hay que dejar de mencionar que estamos en las vísperas de un año electoral, aunque en nuestro país Gran Hermano, los políticos parecen creer que las elecciones son todos los años, olvidando de que alguna vez tendrán que gobernar pensando en las próximas generaciones y no tanto en las próximas elecciones.
Gran Hermano, el Mundial, la película Argentina, 1985 con casi un millón de espectadores... conforman una combinación muy especial de lo que pasa, de lo que viene y de lo que esperamos como porvenir. Desde ya se supo hoy que el jefe de gabinete, Juan Manzur, de oscuro presente, se irá pronto del cargo para volver a tallar en su provincia, Tucumán.
En síntesis, todo pasa por el poder: el del fútbol, el de la famosa casa de la tele, los políticos y sus quehaceres... en fin, Una Argentina que como Gran Hermano desnuda las miserias de cada cual y el hombre común se pregunta con angustia: ¿cómo hacer para llegar a fin de mes?
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