Fue un final ajustado, pero Lula da Silva (foto) se dio el gusto. Le ganó por algo más de un punto de diferencia, unos dos millones de votos, al actual presidente Jair Bolsonaro.
Lula vuelve a presidir Brasil y rápidamente recibió las felicitaciones del gobierno argentino, a través del presidente Alberto Fernández y de la vice, Cristina Kirchner.
No fue una victoria aplastante pero lo suficiente para indicar que a partir de ahora Brasil se transforma en un país con dos modelos vigentes.
Porque Bolsonaro tendrá buena presencia en las cámaras legislativas y gobernaciones y Lula tendrá que gobernar con el consenso y la negociación.
Si bien el kirchnerismo se inclinó decididamente por Lula, la realidad es que las diferencias que se decía había antes de la primera vuelta se redujeron a cinco puntos y ahora en el balotaje, ese número es apenas superior al uno por ciento.
La victoria del hombre del PT puede también presentar como "a lo Pirro", porque tanto los seguidores de Lula como los de Bolsonaro pueden sentirse victoriosos de cara al futuro.
Digamos que escrutadas el 99,83 por ciento de las mesas, Lula sumó el 50,87 por ciento y Bolsonaro el 49,13, o sea la diferencia es de 1,74.
La elección dejó como ejemplo, que vale destacar, es la rapidez con que se conocieron los datos y pocas horas después del cierre, todo el mundo conoció los resultados definitivos. La Argentina tendrá que aprender de este modelo.
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