Pudo haber sido la semilla de maldad que terminó afectando al país a lo largo de muchos años. Porque aquel 6 de setiembre, hoy hace 92 años, era derrocado el presidente constitucional Hipólito Yrigoyen.
Fue el primer golpe de estado del siglo XX y marcó una senda, que se repitió, lamentablemente, en 1943, con el general Farrell, en 1955, con la caida del gobierno de Juan Perón, en 1966 -derrocamiento del presidente Arturo Illia-, y en 1976 -golpe al gobierno de Isabel Perón.
Todos estos episodios, sobre todo los ocurridos en el 66 y en el 76 significaron un retroceso institucional, político y cultural de la Nación.
Lógicamente hoy otra es la historia, cuando el año próximo se cumplan cuatro décadas de vigencia de la democracia, un sistema que es el más adecuado para el desarrollo republicano, con la división e independencia de los poderes como principal sustento y el respeto de la constitución Nacional, sancionada en 1853, modificada otros años, fundamentalmente en 1994.
Hoy los golpes de Estado son un pésimo recuerdo, que tuvieron su pico en el Nunca Más, cuando se realizó el juicio a las tres juntas militares de la dictadura que condujo al país entre 1976 a 1983 a una larga noche de ignominia.
La democracia 2022 tiene sus virtudes y sus defectos, pero es el mejor sistema de gobierno, que sin duda tiene que corregir muchas cosas, que se podrán lograr si se mantiene la libertad de expresión, el respeto de los tres poderes, y que cada cual cumpla su rol: la justicia, el Ejecutivo y el Legislativo.
Lamentablemente, hay quienes parecen olvidar los valores de la democracia y la ponen en riesgo con ideas que la atraviesan negativamente, como la presunta llamada ley del odio, que seguramente nunca podrá ser aprobada porque atenta contra la base del sistema.
Todo ciudadano tiene derecho a manifestarse y si alguien se siente agraviado, deberá dirigirse a la justicia.
Además la democracia tendrá que poner el acento en resolver los principales problemas de la ciudadanía, como la falta de trabajo, la inseguridad, la inflación, la convivencia, la educación, la convivencia.
Aquel huevo de la serpiente del año 30 resulta un recuerdo histórico y sirve para señalar que hoy más que nunca la patria debe ser resguardada, y la República defendida, para que la Argentina se convierta en el país de promisión que en algunos momentos abrió sus puertas para todos los habitantes del mundo que quieran habitar nuestro suelo.
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