La pregunta queda picando cuando el gobierno habla de democracia, de patria, de país, República e invita a no dejarse llevar por la bandera del odio.
Tendría que comenzar a practicar los principios del filósofo Voltaire, aquel que decía que podemos no coincidir en ideas pero daría mi vida por que pueda expresarlas libremente.
Ese debería ser el norte de quienes mandan, lo mismo la oposición, pero siempre el ejemplo debe ser de arriba hacia abajo.
Atrincherarse para acusar de todos los males a los que piensan distintos termina por agrietar más las cosas y pone en peligro el futuro de la Argentina.
De pronto llaman a la unidad, después del repudiable atentado a la vicepresidenta, pero se olvidan de los que piensan distinto, que es algo notorio y normal en una democracia.
El presidente Fernández apunta a un periodista porque fue muy duro con la vice en el programa de Mirtha Legrand, pero se olvida de decir que ese periodista pidió disculpas y se arrepintió de sus dichos. Claro está, pretende mostrar ese ejemplo como página de odio, pero se olvida de muchísimos de referentes del oficialismo que golpean a diestra y siniestra con sus expresiones. Sin mencionarlos baste solo recordar cuando se incitaba a escupir a periodistas y personajes de pensamiento diferente en Plaza de Mayo.
En síntesis, hoy más que nunca la patria, la República y todo lo que eso significa necesita que se rinda culto a los principios de Voltaire.
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