Alguna vez se dijo que el sentido común es el menos común de los sentidos. Y ese parece ser el principio que se está ejerciendo en estos días en la zona de Recoleta con la presencia de militantes en la zona donde vive la vicepresidenta Cristina Kirchner.
El domicilio de Uruguay y Juncal se transformó en un escenario alucinante. Ni el más destacado de los guionistas de cine hubiese imaginado una puesta en escena como la que se vive en esa zona, con un poder desde el oficialismo apoyando lo que pretende defender la vicepresidenta.
Se avasalla a la justicia, no se la respeta y desde la propia involucrada se emite un mensaje poco creíble. Porque ahora protesta por las vallas que se instalaron en esas arterias, que decidió instalar el gobierno de la Ciudad, con el saludable objetivo de defender los derechos de los vecinos.
Así aparecen mensajes contra la corriente desde el propio poder, con los funcionarios de Justicia del Poder Ejecutivo, referentes justicialistas, titulares de cargos electivos de todo el país, por supuesto escudados en el justicialismo, para defender lo que resulta indefendible desde el sentido común.
Quien se acercara ahora a la Plaza de Juncal y Paraná o a la zona de la vivienda de CFK, si llegara desde el exterior y preguntara qué está pasando, por qué tanta gente reunida en esa zona, la respuesta tendrá la famosa grieta vigente. Los kirchneristas justificarán que están defendiendo a la "jefa", perseguida por la justicia por acusaciones de presuntos que nunca cometió -más allá de la decisión de los fiscales que con pruebas contundentes pidieron 12 años de condena para la vice- mientras que los no kircheristas o anti K dirán que un grupo de fanáticos, defendiendo a su líder por una causa judicial.
Así las cosas se busca un director de fuste, capaz de mover su cámara para filmar lo que está pasando, y que cada cual haga su interpretación de esta puesta en escena neorralista de la Argentina 2022.
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