LA DESESPERACION DE CFK PONE AL FUTBOL COMO ESCUDO PARA ZAFAR

 Increíble pero real. Cuando las pruebas se acumulan con una intensidad y potencia que se hacen difíciles de rebatir -menuda tarea para los defensores cuando les toque presentar su alegato- la vicepresidenta recurre a una muestra de profundad debilidad, como es intentar recusar al fiscal Diego Luciano y a un miembro del tribunal, el doctor Uriburu, porque aparecen en la foto de un equipo de fútbol que jugaba en la quinta de Mauricio Macri.

A partir de ahí el ejército de "defensores" y obsecuentes de CFK salen por todos lados a sostener la apuesta, como si hubieran descubierto la pólvora para desarticular el juicio, que cada día revela nuevas e increíbles situaciones que hablan de la mayor experiencia de corrupción piramidal con la obra pública que pudo haberse pergeñado desde el Estado. Capaz de transformar a un gris empleado como Lázaro Báez en un capitoste de la obra pública, que captaba todas las licitaciones habidas y por haber en Santa Cruz, con el gobierno de los funcionarios que al gobierno nacional salieron catapultados desde la provincia patagónica.

Las 51 licitaciones que enumeró y detalló una por una el alegato de los fiscales constituyó una prueba irrefutable de la manera con que se realizaban los negocios con el Estado, con obras que tenían siempre como adjudicatarias las empresas de Báez, compitiendo entre si y algunas veces con un cuarto comodín que pretendía ser la pantalla para cubrir la avivada.

Así las cosas se seguirán sumando pruebas para destapar todo lo que significó la causa Vialidad que dejó al erario nacional desnudo ante la corrupción y que ahora se está logrando hacer conocer a la opinión pública.

Solo la desesperación de CFK puede justificar que haber encontrado una foto de fútbol sea la llave para abrir la caja de Pandora, que le permita zafar, el gran verbo que desde siempre pretende conjugar una mujer, que desde su yoísmo solo pretende hacer realidad aquel precepto que alguna vez predicó: tenerle miedo a Dios y un poquito a mí. En fin, recusar con este argumento solo sirve para demostrar que en la desesperación se apela a manotazos de ahogado para tratar de llegar a la orilla de la impunidad.

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