REVISTA FRAU IM LEBEN: NOTA DE ELISABETH BAUER A NICOLE NAU


La artista alemana Nicole Nau, quien junto a su esposo, Luis Pereyra, conforman una exitosa pareja de la vida y de la danza, tango y folklore, concedió una entrevista a la revista alemana, Frau im Leben (foto).

La dupla está en Europa anticipando las presentaciones del espectáculo VIDA! que estará en distintos escenarios del Viejo Mundo.

En este caso fue nota con la periodista Elisabeth Bauer, con este título: Todo el tango

Bailar te hace feliz

El tango es mi vida

Comienza diciendo la nota que Nicole nació en Dusseldorf, pero en los alones de baile y los teatros de Buenos Aires ha conquistado el corazón de los argentinos. Una conversación sobre la vida, el amor y la pasión por la danza.

"Los que no creen en las coincidencias cambiarán de opinión cuando escuchen la historia de Nicole Nau. Una noche, camino a casa desde la ofician, una nota queda atrapada en su zapato: un folleto para un curso de tango que cambia la vida de la oriunda de Dusseldorf, porque este baile no la deja ir. La diseñadora gráfica emigra a¿S Buenos Aires para aprender el tango original. Con mucha disciplina y perseverancia, consigue hacer lo imposible: la alemana se convierte en una célebre estrella del teatro.

En su nuevo hogar también encuentra a su gran amor: Luis Pereyra, considerado el Fred Astaire argentino y que ya ha enseñado el tango a Lady Diaxna y al príncipe Carlos.

Luis Pereyra y Nicole Nau hoy son pareja. Llevan más de dos décadas recorriencdo el mundo con su espectáculo.

Durante la entrevista Nicole Nau sigue inspirada por su actuación en Buenos Aires, que tuvo lugar hace solo unos días.

Buenas condiciones para una charla sobre su amor por el tango.

¿Siempre has querido bailar?

-Cuando tenía seis años, ya sentía el efecto que tenía la danza en mí. Mi madre era alcohólica, y cuando bebía era imprevisible. Papá solía estar en el trabajo y entonces, yo tenía que cuidar de ella y de mi hermana pequeña. Fueron tiempos difíciles. Pero cuando mamá staba dormida, ponía a escondidas uno de los discos de papá, preferiblemente "Bridge over troubled water", de Simon & Garfunkel. Entonces, cerré los ojos y mis pies se moieron  como si estuvieran solos. Bailé para alejar la tristeza y pude olvidar todo lo que me rodeaba, incluso hoy en día, bailar simplemente me hace feliz.

¿Pensaste entonces que te convertirías en una bailarina de tango mundialmente famosa?

-Vaya, nunca habría soñado con eso. Estudié diseño gráfico y trabajé en agencias, pero me faltaba algo. El baile era mi válvula de escape. Cada fin de semana iba a la discoteca con los amigos. Cuando descubrí el tango, me atrapó. Quería aprender todo sobre esta danza. Por eso, fui a Munich en 1986 para ver el espectáculo "Tango argentino". Allí vi por primer vez a mi futuro marido, Luis Pereyra, en el escenario y quedé embelesada. Sentí: esto es lo que quiero hacer con mi vida. Finalmente, dejé mi trabajo y mi casita y me fui a Buenos Aires.

¿Una decisión valiente?

-Simplemente, sabía que tenía que hacerlo. Sentía un gran anhelo por esta danza y deseaba realmente comprenderla. Solo pude aprender el verdadero Tango Argentino en el lugar de su origen. Pero en Argentina, el tango estaba pasado de moda y casi había desaparecido.

¿Qué hiciste entonces?

-Tomé clases con uno de los maestros del tango y me entrené mucho porque ralmente quería bailar profesionalmente. El tango ha sido durante mucho tiempo el ritmo de mi alma. Pronto, hubo más oportunidades de actuar. Hubo una nota en Europa que se exendió a Argentina. 

¿Siempre has querido bailar?

-Cuando conseguí un compromiso en el famoso Teatro Colón, de Buenos Ais, supe que lo había conseguido. En aquella época, yo era la única extranjera que bailaba el tango profesionalmente.

¿Cómo reaccionó el público ante la alta bailarina rubia?

-El cariño que me mostró el público fue abrumador. Muchos argentinos apenas podían creer que me interesara tanto por su cultura. Pero también había hostildiad. Algunos temían que les quitara su ya escaso trabajo.

¿En algún momento te reencontraste con Luis, cuya danza ya te había inspirado en Munich?

-Sí, ocasionalmente trabajamos juntos ene un spectáculo. Me fascinaba porque era muy diferente a los demás hombres: profundo, poético, modesto, muy cálido, simplemente incomparable. Llevaba en el escnario desde los cinco años y al mismo tiempo, era ágil, como si sus pies apenas tocaran el suelo.

¿Te enamoraste inmediatamente?

-No, nunca me habría permitido enamorarme de Luis, porque ambos seguíamos con relaciones estales en ese momento. Solo nos converti,mos en apreja más tarde, cuando bailamos juntos en una ópera de tango que yo había montado y nos enteramos de que ambos estábamos sin pareja.

Fue un momenteo mágico. En el fondo sabía que estos eran los brazos a los que pertenecía. Solo siento esta sensación de seguridad con él.

¿Creés en el destino?

-Luis y yo creeemos en Dios. La fe nos da uerza y también nos ayudó en el momento en que intentamos tener hijos. Por desgracia, ese deseo no se hizo realidad pero estamos muy agradecidos de tenernos el uno al otro.

Luis se considera un apasionado preservador de la cultura original.

-Es animado, intenso, no siempre es fácil. Mi marido es muy honesto y completamente fiel a los suyos, es completamente fiel a sus principios. Cuando se da cuenta de que aglo no encaja, actúa sin concesiones. Tuve que aprender a lidiar con eso.


                                         El artículo en la revista

Luis y vos son una pareja en la vida y en el escenario. ¿Cómo se siente?

-Los dos nos entregamamos completamenbte al otro. Siempre estamos a la altura de los ojos pero nuncompetimos el unno con el otro, porue ho hay nada en l que ambos eamos igual de buenos.

¿Qué querés decir con eso?

-Luis es un ecelente coreógrafo. Yo soy visualmente más fuerte para el monaje, así que me cuido a mi mijsmo y alos trajes. Nadie le dice al otro lo que tiene que hacer. En casa, además, cada uno hace lo que hace mejor. Luis es un esxcelente cocinero, yo prefiero lavar los platos.

También en el tango los papeles están claramente repartidos.

¿Sigue estando en consonancia con los tiempos?

-El Tango Argentino no tiene nada que ver con lo que se enseña en la mayoría de las escuelas de baile. Es libre, apasionado, rebelde como el pueblo argentino. El tango es como una conversación: cuando uno habla, el otro escucha. El hombre y la mujer se unen en un abrazo. El hombre dirige, pero no domina la danza sino que refuerza a la mujer.

¿Y también vives eso en tu vida privada?

-Sí, es un regalo que nos hayamos encontrado y podamos seguir bailando en el escenario. Ambos estamos agradecidos por ello. Cada día quiero más a este hombre, y al tango también.

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