SE CUMPLEN 56 AÑOS DEL DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE ARTURO ILLIA

                                                  Illia deja la casa de Gobierno


 Por Eduardo Menescaldi

También ocurrió un martes 28 de junio. Hace hoy 56 años -curiosamente en la quiniela el 56 es la caída- era sacado violentamente de la Casa de Gobierno el presidente de la Nación, doctor Arturo Umberto Illia.

El gobierno militar, de la llamada revolución argentina, decidía dar el golpe para instalarse en el poder bajo el lema que predicaba el doctor Roberto Roth, en un libro que se llama como un eufemismo: El país que quedó atrás. Roberto Roth fue secretario legal y técnico de ese gobierno de facto, le redactaba los discursos a Onganía.

El general Juan Carlos Onganía, que asumiría al día siguiente, se hacía cargo del poder Ejecutivo, junto a la Armada y la Fuerza Aérea, pretendiendo imponer una idea porque el gobierno democrático no daba más.

Curiosa interpretación del gobierno vigente, porque una de las características fundamentales que tenía el presidente Illia era la honestidad, la austeridad y la ejemplaridad.

Illia había nacido en Pergamino, provincia de Buenos Aires, pero desde chico se instaló con su familia en la localidad cordobesa de Cruz del Eje. Illia se recibió de médico y se transformó en el típico facultativo rural.

Alguna vez contó el cantante Jairo, también de Cruz del Eje, que una madrugada molestó al doctor Illia para que atendiera la enfermedad de su hermana. El médico se hizo presente en esa madrugada y no dejó a la paciente hasta que se recuperó. Jairo hablaba de la nobleza y de la honestidad de don Arturo, quien siempre mantuvo esa señal.

Militante del partido radical, Illia se caracterizó por un gobierno que puso el énfasis en la educación y en la salud. Precisamente una de las trabas que debió enfrentar fue la oposición de los laboratorios, porque la política sanitaria molestaba a esos intereses.

También debió superar la realidad política, porque el peronismo estaba proscripto y llegó al poder apenas con el 22 por ciento de los votos (sí, el mismo porcentaje que años después cosechó Néstor Kirchner).

Otra de sus medidas conflictivas fue la anulación de los contratos petroleros de Frondizi, tal como había adelantado en su campaña.

El periodismo también alimentó una feroz campaña contra el doctor. Hubo medios como la revista Primera Plana, donde escribía el doctor Mariano Grondona, que desarrollaron una campaña atroz contra el presidente. Allí aparecían los ilustradores que lo comparaban con una tortuga y que lo caricaturizaban con una sensación de lentitud y de ineficacia. Grondona fue autor del histórico comunicado 150, que era una proclama golpista (años después el abogado y periodista se arrepintió de ese comunicado).

Toda esa campaña estalló en la madrugada de ese martes 28 de junio. Los militares irrumpieron en el poder arrastrando sus armas. El Congreso recibió a un interventor, el coronel Felipe Gerardo José Mazzini, quien arrasó con todo lo que sonara a Parlamento, desde los diarios de Sesiones hasta los cuerpos de taquígrafos de ambas Cámaras, que por primera y única vez fueron disueltos.

ARREPENTIMIENTO

La salida de la Casa de Gobierno del doctor Illia tuvo su veta histórica. No quiso rendirse ante el general Juan Carlos Alsogaray que le pedía que dejara la Casa. De todas maneras, cuando un oficial de Granaderos quiso defenderlo a fuerza de las armas, el doctor mostró su calidad humana: no es cuestión de derramar sangre, ya se van a arrepentir de lo que hacen.

Hubo un diálogo entre el presidente depuesto y el coronel César Perlinger, en el que Illia le decía que estaban atentando contra la democracia y que con el tiempo se iban a arrepentir y le iban a pedir perdón.

Una década después Perlinger le envió una carta al doctor Illia en el que le daba al razón y le pedía perdón por ese fatídico 28 de junio.

Illia volvió a su profesión de médico, donde demostró su empatía con la gente.

Alguna vez el tío Néstor, que era taquígrafo de la presidencia, comentó que no sorprendía abrir el despacho presidencial y encontrarse con el doctor Illia atendiendo como médico a algún eventual paciente. Y ante la sorpresa del taquígrafo, el presidente con una sonrisa se justificaba: es un paciente de Cruz del Eje.

Illia dejó un informe de patrimonio austero al retirarse del poder, que sintetiza como nadie la calidad y la honestidad que tenía como ser humano.

No tenía auto, apenas una casa que le habían comprado los vecinos de Cruz del Eje, también algunas prendas, un auténtico motivo de interpelación a los políticos de hoy, que no alcanzan para llegar a los tobillos del doctor.

Lo que vino después significó un tremendo atraso. El gobierno militar de la revolución argentina dividió los tiempos. Primero, el económico, luego el social y por último, mucho más tarde, el político.

Todos sabemos lo que ocurrió después. Un pecado que se repitió con mayor virulencia en 1976 con otro golpe militar, con mayor grado de impunidad y violación de los derechos humanos, con desaparecidos, torturados, etcétera.

Hoy el país orilla las cuatro décadas de la democracia, sin embargo todavía faltan cumplir los elementos esenciales de este sistema, sin duda el mejor, para que la población argentina esté mejor. Incluso, en materia política, con la novedad e increíble realidad de un gobierno bifronte, entre dos que hoy militan en distintos bandos y que deben encarrilar a la sociedad hacia un futuro mejor, aunque parezca que conspiran contra esa posibilidad.

PD: Vale cerrar esta nota con la interpretación que hizo el genial Quino a través de su personaje preferido, Mafalda, al día siguiente del golpe del 66. En la edición del 29 de junio reflexionaba Mafalda ante lo que había ocurrido en el país: Entonces, eso que me enseñaron en la escuela...



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