El acto que comandó en Avellaneda la vicepresidenta Cristina Kirchner volvió a mostrar lo arrepentida que está la jefa del movimiento oficialista que creó con la designación a dedo de su compañero de fórmula, Alberto Fernández.
Como siempre ocurre en estos casos comenzó pegándole a Alberto, al decir que hay que mirar el pasado (porque el presidente había dicho a la mañana que no había que mirar al pasado sino al futuro).
También le pegó al Banco Central, a la AFIP, al Movimiento Evita, entre otros blancos de su diatriba.
Y como si esto fuera poco, frente a su claque que le aplaude todo, habló de un comunicado del FMI y lo hizo a través de un Ifone 13 Max (un celular cuyo precio supera los 330 mil pesos).
También critico las importaciones, y en ese sentido dijo que había un festival de importaciones.
A su lado en el panel estaban Hugo Yasky, de la CTA y Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda de licencia, hoy ministro de Desarrollo Territorial y Habitat del gabinete nacional.
En este aspecto destacó CFK lo que hizo Ferraresi en ese distrito y le pidió que en el gabinete intentara reenderazar las cosas.
También la vicepresidente dijo que había un Estado estúpido, con críticas a la falta de coordinación entre el Banco Central, la AFIP, etcétera.
Lo que parece olvidar CFK es que esta aventura política la tiene como la principal promotora y ahora parece querer hacerse a un lado, como arrepentida de aquello que un creó a dedo.
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