EL PAIS EN UN MOMENTO PARTICULAR POR EL DIVORCIO EN EL PODER BIFRONTE

 El poder bifronte, que instauró este gobierno como una novedad en la historia política argentina, parece estallar en estos días. Porque todas las informaciones y las actuaciones de los responsables se inclinan a demostrar que eso está ocurriendo, y el que sufre es el ciudadano de a pie.

La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, fue clara en sus habituales conferencias de prensa, cuando reconoció que la vicepresidenta no atiende los llamados del presidente Alberto Fernández.

Aquello que en un principio sorprendió a propios y extraños hoy está en su punto más alto, y no se sabe de qué manera se va a resolver esta cuestión, que detiene todos los propósitos del funcionamiento de un gobierno y de un país.

Las perspectivas no son las mejores, porque aparecen especies que mueven y conmueven. En ese sentido, lo que publicó el periodista Horacio Verbitzky resulta contundente para ratificar lo señalado. Porque suele ser el pensamiento de la vicepresidenta, y adelantó que podría ocurrir en un mes que después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional el país estalle en mil pedazos.

Esas agorerías apocalípticas deberían suficiente alerta para que los responsables de la conducción del país y también la oposición asuman la responsabilidad que les compete para evitar que se llegue a ese extremo.

El gobierno bifronte debe resolver sus cuitas con altura democrática y republicana, y no dejarse llevar por las mezquindades personales que tanto mal han hecho y puede seguir haciendo a la Argentina.

Hoy el diputado nacional del Radicalismo, el cordobés Mario Negri, comentaba que pasaron más de cien días sin que se reúna la comisión bicameral del Congreso para analizar los DNU del Poder Ejecutivo.

Esa es una comprobación de las dificultades que atraviesa el Poder Legislativo, que se reunió días pasados para aprobar el acuerdo con el FMI, para lo que el oficialismo necesitó del apoyo de la oposición porque de lo contrario el resultado hubiese sido negativo, y por ende, haber facilitado el temido default.

El país necesita hoy más que nunca que los que mandan asuman su responsabilidad institucional. La vicepresidenta no puede hacer públicas sus diferencias con el presidente porque no hay que olvidar que ese gobierno ejecutivo dual fue gestado por ella misma, quien lo eligió a dedo. Entonces no puede hacerse la distraída y buscar en la Cámpora el cable a tierra para embatir contra el presidente.

De todas maneras los allegados a CFK están produciendo comunicados donde constituyen fuego amigo, con expresiones muy duras a todo lo que hace el presidente.

Ojalá que un rayo de luz y de republicanismo llegue a los responsables del poder, de todos los sectores pero fundamentalmente del oficialismo, para que la patria pueda inflar el pecho y sacar las cosas adelante. De lo contrario, lo que viene puede ser lo peor, y es lo que menos desea el ciudadano común.

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