EL RECUERDO DEL INMENSO CANTAAUTOR ATAHUALPA YUPANQUI

                                                             Atahualpa Yupanqui


 Había nacido 31 de enero de 1908 en el Campo de la Cruz (de la familia Segoburo, con sus tíos abuelos vascos) a dos kilómetros de Juan A. de la Peña, en el partido de Pergamino.

A los dos años, a su padre lo nombraron en la Estación de Peña, por lo que su primera infancia la transcurrió en Peña, primero en Campo de la Cruz y luego en una casa frente a la estación del pueblo, donde vivió hasta los 9 años de edad. Esta casa fue declarada patrimonio histórico de la ciudad de Pergamino y actualmente el municipio gestiona la compra para hacer un centro cultural en memoria de Atahualpa.

Posteriormente, Atahualpa y su familia se trasladaron a Agustín Roca y en 1917 a Tucumán. 

En Tucumán conoció un nuevo paisaje y una nueva música, con sus propios instrumentos como el bombo y la arpa india y sus propios ritmos como la zamba.

Su padre murió cuando el era muy joven y se convirtió en jefe de familia. Fue improvisado maestro de escuela, tipógrafo, cronista y músico. Jugó tenis, practicó boxeo y se hizo periodista. 

A los 19 años compuso Camino del indio, una de sus canciones clásicas. Conoció Jujuy, los valles calchaquíes y el sur de Bolivia.

En 1932 participó de una fallida intentona revolucionaria yrigoyenista de los hermanos Kennedy, en La Paz, Entre Rios, donde también estuvieron envueltos el coronel Gregorio Pomar y el escritor Arturo Jauretche. Después tuvo que exiliarse y se refugió en Montevideo, Uruguay, luego en otras localidades del interior oriental y el sur de Brasil.

En 1934 volvió al país por Entre Ríos y se radicó en Rosario. Al año siguiene se estableció en Raco, un caserío a unos 40 kilómetros de Tafí Viejo, en Tucuman.

En Tucumán en 1942 conoció a la pianista sampedrina Nenetete Pepín Fitzpatrick, con la que mantuvo una relación  de 48 años.

Su vida transcurrió entre Buenos Aires, Cerro Colorado en Córdoba y Francia. 

Su verdadero nombre fue Héctor Roberto Chavero, pero pasó a la posteridad como Atahualpa Yupanqui (así se llama el escenario mayor de folklore de Cosquín, donde todos los años se realiza el famoso festival).

Temas clásicos de Don Ata: La añera, Preguntitas sobre Dios, Los ejes de mi carreta, Luna Tucumana, Milonga del solitario, Sin caballo y en Montiel, Tú que puedes, vuélvete, El arriero va, Coplas del payador perseguido, Cachilo dormido, entre otros.

Debió exiliarse en Francia donde murió el 23 de mayo de 1992 y sus restos descansan en Cerro Colorado, Córdoba, su lugar en el mundo.

En Francia fue condecorado como caballero de la orden de las artes y letras musicales. 

Hay letras que quedaron para la inmortalidad de la cultura folklorica argentina, como aquello del arriero va: las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas, toda una definición.

Poeta, compositor, caminador, pintó como nunca la pampa, la vida del gaucho y los paisajes del norte argentino.

Cerro Colorado era su lugar en el mundo y Atahualpa lo dejó marcado en la Chacarera de las piedras: Aquí canta un caminante/ que muy mucho ha caminado/ y que ahora vive tranquilo /en el Cerro Colorado.

PD: Curiosidades de los grandes del folklore nacional. El día en que Atahualpa cumplía 70 años, en Benavídez en un accidente moría Jorge Cafrune, quien a caballo pretendía hacer un homenaje a San Martín, al cumplirse dos siglos del nacimiento del gran Capitán. Era embestido por un Rastrojero.

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