EL MIERCOLES REGRESA EL PRESIDENTE DEL VIAJE A RUSIA Y CHINA

 El próximo miércoles 9 de febrero se espera en el país el regreso de la delegación encabezada por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, de su gira por Rusia y China, además del paso por Barbados.

En primer lugar el primer mandatario se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, tras lo cual viajó a China para entrevistarse con el líder Xi Jinping. Desde ese lugar se anunció que China hará inversiones en el país por 20 mil millones de dólares, lo que generó algún ruido porque se recordó que hace menos de dos décadas el país chino prometió hacer las mismas inversiones y no se concretaron nunca. Incluso, quien adelantó el préstamo fue el jefe de gabinete de ese entonces, precisamente el hoy presidente de la Nación.

Alberto Fernández llega al país y tendrá que definir una serie de cuestiones. Fundamentalmente, el balance de esta gira que para algunos fue inoportuna por los problemas conflictivos que viven Rusia y Estados Unidos por la eventual invasión a Ucrania.

Habrá que ver qué pasa con lo que se intentó conseguir en este viaje y a su vez el presidente tendrá que definir la relación con la vicepresidenta, que desde el viaje del presidente es la que manda en la Argentina, en todo caso haciendo real lo que virtualmente sucede en el país desde que los Fernández mandan.

Uno de los temas que está en el tapete pasa por el anunciado acuerdo con el FMI, que exige un proyecto para ser tratado por el Congreso de la Nación. 

Lógicamente hay una cuota de incertidumbre en estos asuntos porque si por un lado de aceitan las relaciones con países como Rusia y China, donde las denuncias sobre violaciones de los derechos humanos están al día, resulta que por el otro se intenta el acercamiento con los Estados Unidos (incluso mientras Alberto estaba en Rusia, el embajador norteamericano en nuestro país se reunía con el jefe de gabinete Juan Manzur). 

Un doble mensaje que mueve y conmueve, y que obligará al gobierno a decidirse una vez por un camino real y no seguir en la senda avenida, de doble mano,  más allá de que haya doble comando en el gobierno. Un doble comando que hoy tropieza con el silencio que aturde de la vicepresidenta Cristina Kirchner.

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