LA DEVALUACION DE LA PALABRA, EL GRAN DEFICIT DEL AÑO QUE CULMINA


 Sin duda es uno de los grandes déficit que mostró este año 2021, que está por concluir. Más allá de la desocupación, la pobreza, la indigencia, la grieta, la inseguridad y tantos otros males, junto con la pandemia eterna, que hoy ingresó en su tercera ola -como señalo la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, en conferencia de prensa- el año ofreció una total devaluación de la palabra. El valor de la palabra o de las palabras quedó sometido a la transgresión, la falta de respeto, el incumplimiento.

En la dirigencia gobernante, tanto del oficialismo como de la oposición, este mal apareció en grandes dimensiones. La última gota que rebalsó el vaso fue la sesión extraordinaria exprés de la Legislatura bonaerense -Senado y Diputados- que en un abrir y cerrar de ojos borró con el codo lo que había aprobado hace cinco años en materia de reelección de intendentes.

Ayer en un trámite prácticamente se aprobó el cambio, por lo que los jefes comunales podrán por nuevas reelecciones, haciendo uso y abuso del poder con aquello del cargo eterno.

La gran mayoría de los que votaron esta ley, que ponía coto a la voracidad del poder eterno -el objetivo era que no hubiese reelección indefinidas- cayó por la borda en el día de los inocentes y un poco a espaldas de la opinión pública, porque el bonaerense seguramente está bastante alejado de considerar esta cuestión como esencial en su lista de prioridades.

Los políticos gobernantes hicieron caso omiso del pensamiento de los votantes y se despacharon con esta iniciativa, que pudo superar la grieta de oficialismo y oposición -más allá de que hubo quienes mantuvieron sus convicciones y votaron en contra- y que le dio la razón al periodista y analista Carlos Pagni en su Odisea argentina del lunes quien resaltó que en los sótanos del poder la grieta no existe.

La decadencia del valor de la palabra se traduce en los últimos tiempos en múltiples ejemplos. Políticos que ayer dijeron algo y que hoy dicen  lo contrario. La diputada elegida por Juntos por el Cambio que una vez asumida se "borocotiza" y pasa al Frente de Todos sin ponerse colorada.

Otra legisladora de Juntos por el Cambio, cordobesa, que después del tratamiento del presupuesto nacional en Diputados se fue con su familia a Disney y no participó de la votación del proyecto de gravamen a los bienes personales (un voto que junto al de su colega  que fue al casamiento de su hija en Alemania terminó decidiendo el resultado).

Habría que recorrer las expresiones de los últimos diez o cinco años para coincidir en las contradicciones en que muchos caen, sin hacer el menor acto de autocrítica. Desde el presidente de la Cámara de Diputados que era muy crítico de la Cámpora y que aseguraba que iba a barrer a los ñoquis de esa agrupación hasta la actualidad en que coincide en todo o en casi todo con la agrupación de Máximo Kirchner.

Lo que podría llamarse la tercera opción política, ligada con el liberalismo y el espíritu libertario -Milei y Espert son los principales referentes- pone el acento en la devaluación de la palabra y hablan de casta o de clase política. Y en el caso de la re-reelección de intendentes lo remarcan sobremanera.



Hay que recordar que a principios de diciembre todos nos conmovíamos con la renuncia del senador nacional Esteban Bullrich (foto), a raíz de su enfermedad, quien explicaba los motivos y prácticamente le pedía a sus pares que fueran demócratas, rindieran culto a la República y dentro del orgullo de representar a los argentinos, tuvieran la grandeza de espíritu de servir a la comunidad y no de servirse de ella. El, que no aceptaba seguir en la función por las razones expuestas y pese a que se le ofrecía la posibilidad de seguir en forma virtual, daba el paso al costado y a su vez,  mostraba un acto de renunciamiento propio de los prohombres de nuestra historia.

Ese ejemplo, en el que se destacaba sobremanera el valor de la palabra como principio consular de la existencia del ser humano, tuvo ayer un auténtico bumeran en la sesión extraordinaria de la Legislatura boanerense. Se dio marcha atrás en una ley que ponía blanco sobre negro el valor de la palabra empeñada. Se dejaron de lados las convicciones y por mirarse el ombligo, se terminó poniendo como prioridad la mezquindad personal.

Las convicciones están por encima de un punto y una coma, dijo el joven senador Walter Lanaro, quien votó en contra.

No olvidar lo que fue el remate de Bullrich en su histórico discurso del pasado 9 de diciembre: No hay hombres imprescindibles, hay actitudes imprescindibles. 

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