Sorpresa sin duda es la palabra que mejor grafica los resultados de las elecciones PASO de ayer en el país. Porque la realidad es que se inundó de amarillo el mapa de la Argentina, ya que salvo cinco provincias -Tucumán, Formosa, Catamarca, San Juan, Santiago del Estero y La Rioja- en el resto ganó la oposición. En Neuquén ganó el Movimiento Popular Neuquino y en Río Negro, Juntos somos Río Negro.
Y a la hora de buscar las razones aparecen muchos motivos para justificar la decisión de los argentinos que fueron a votar.
Ha sido un fuerte llamado de atención al gobierno para que cambie el rumbo y tome en cuenta el mensaje de las urnas.
Dentro de dos meses, el 14 de noviembre, serán las elecciones generales, legislativas de medio término, donde habrá que ver si se mantiene la tendencia o si el gobierno logra revertir una situación adversa como la que vivió ayer.
El presidente Alberto Fernández, junto a su socia CFK -que no habló-, reconoció que en algo se equivocaron para que la gente les de la espalda en todo el país.
Si se bucea profundamente en las aguas de la realidad, hay muchos motivos para entender lo que pasó. Una cuarentena eterna, la politización de las vacunas, los mensajes autoritarios, los discursos de Cristina, el último evidentemente altamente crispado, la pobreza, la desocupación, el cepo, la interminable máquina de emisión de billetes, la multiplicación de los planes, la soberbia, la corrupción, los muertos por COVID, etcétera, son algunos de los condimentos que sirvieron para alimentar una gestión que recibió un rechazo monumental.
Vamos a ver qué hace el gobierno ante esta situación, es decir, si redobla la apuesta o si se aviene a darse cuenta que el camino elegido no es el mejor. Seguramente habrá cabezas que salten en estos días en el gabinete y en base a ello se verá si se radicaliza el poder o si escucha la voz del votante.
La oposición también tendrá su responsabilidad en estos dos meses que faltan para las generales, porque deberá escuchar el mensaje de las urnas y no dejarse llevar por un triunfalismo nocivo.
Comentarios