¿VICTOR HUGO ENTREVISTO AL PRESIDENTE FERNANDEZ?

 Resulta curioso o no tanto observar que el presidente de la Nación, cada vez que quiere decir algo se hace entrevistar por un periodista "amigo". En este caso, con el caso de los ingresos polémicos a la residencia de Olivos, eligió que el uruguayo Víctor Hugo Morales sea el encargado de hacer preguntas, que generalmente no son las que haría cualquier periodista "independiente" a un primer magistrado.

El sueño de un periodista, aquí o en cualquier lugar del mundo, es entrevistar a su presidente. Y supongo que antes de una entrevista de esta magnitud el corazón del periodista debe latir más intensamente, por lo que significa un encuentro de esta índole.

Máxime cuando la opinión pública está esperando que el presidente responda los interrogantes que se hace el ciudadano común, en este caso por las polémicas que se generaron cuando se destapó la olla de los que ingresaron a la residencia, sobre todo en tiempos de pandemia y de estrictas restricciones para cumplir con los protocolos.

Si no hubo esenciales en la residencia, la lógica es tratar de lograr que el presidente responda y dé cuenta de los interrogantes que se puede hacer el ciudadano común.

Por eso, sorprende que el presidente insista en que no conoce al empresario taiwanés, pareja de una asesora de la primera dama, el que se encuentra en el libro de ingresos a Olivos en más de una oportunidad, en algún caso llegando a última hora de una noche y saliendo en horas de la madrugada del día siguiente.

Y resulta curioso que este empresario se haya convertido en proveedor del Estado, y consiguió importantes negocios millonarios.

Por supuesto, Víctor Hugo queda conforme con las explicaciones del presidente y no apela a la repregunta para indagar aun más en un casos tan complejo como el citado.

Este reportaje de Víctor Hugo al presidente debería ser un ejemplo para los estudiantes de periodismo para que conozcan todos los aspectos que la nota no abarca, y entiendan que de esta forma lo que se pretende asumir como una entrevista se transforma en la obsecuencia en hacerle grata la experiencia al primer magistrado y olvidar todos los ingredientes del reportaje, para que el hombre común salga satisfecho de las explicaciones y no termine entendiendo que fue un acto tan complaciente que no despeja ninguna de las dudas, que al final parecen ser muchas más de las que había antes de la nota.

Todos quisiéramos entrevistar al presidente, con la condición de actuar con respeto de la investidura del protagonista pero, como decía Botana, fundador del diario Crítica, ser el tábano que le pique al poder y lo conmueva (utilizaba el término tábano como anagrama del apellido Botana).

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