LOS CHICOS DE LA PANDEMIA Y UNA REFLEXION PERIODISTICA


 Por Eduardo Menescaldi

Alguna vez me pregunté sobre el universo que hoy viven mis nietos, Charo y Floreal, quienes con apenas 3 y 2 años por el tema del coronavirus y la pandemia no han podido disfrutar, por ejemplo, de un cumpleaños de amiguitos o compañeritos de jardín.

Y ahora, con la lectura del diario La Nación y un artículo de la periodista Evangelina Himitian, se pueden encontrar algunas respuestas. Porque habla de los llamados hijos de la pandemia y la capacidad de adaptación en estos tiempos de incertidumbre.

La periodista comienza publicando una carta escrita por una jovencita quilmeña, Violeta Doallo, quien concurre a un colegio de Bernal.

Esa carta está dirigida a los chicos del 2031, o sea dentro de diez años, y ahí les comenta lo siguiente:

"Hola, humanos 2031. Esto pasó en 2020. Una persona en China comió un murciélago y por no quedarse 10 días en casa se formó una pandemia enorme. Fue un sufrimiento. No se podía ir a los asados ni tomar mate con gente. Dormí casi toda la cuarentena. Comí. Estuve con el celular y jugué con mis amigos, pero online.

Me volví otaku, fan de Animé. Me ahogué por el barbijo. Y me volví loca. Después volvimos a la escuela, pero con restricciones. Todavía hay algunas cosas que no se pueden hacer, pero si la gente se cuida esto puede recuperarse".

(NdelR: Otaku es un juego dentro del universo japonés del Animé).

TERCER GRADO

Cuenta la periodista que esta es la carta de Violeta, y agrega que ella, que está en tercer grado en una escuela de Bernal, junto a otros tres chicos- Nacho Vega, de 8 años, Tiziana Filardi, de 10 y Benicio Dadic, de 8- armaron una cápsula del tiempo para ser abierta dentro de diez años. Allí plasmaron algo de esos sentimientos que rodean para ellos a la crisis del Covid.

"Tuvimos que quedarnos en casa y no podíamos salir. Teníamos clases en línea. Casi todo desde la computadora" contó Tiziana.

"Fue una gran crisis" sintetizó Nacho.

"No podíamos ver a nuestros amigos y familia. El fútbol se jugaba sin público" apuntó Benicio.

En la nota la periodista se pregunta cómo recordarán los chicos la pandemia.

En la caja, que los chicos guardarán en su casa, incluyeron artículos y fotos: chicos hisopándose y con barbijo en el colegio. Escribieron cartas para los chicos del futuro.

Vale destacar en la nota lo que comenta Martín Weinstein, titular de la cátedra de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires, quien habla sobre el impacto de la pandemia sobre los chicos de entre 10 y 13 años.

"El impacto grande se nota en estos chicos. Grande por la soledad. Iniciaron la sociabilidad adolescentes en un contexto de aislamiento. Hay angustia, dolor de estómago, manifestaciones somáticas de todo tipo. Y el regreso a la presencialidad no garantiza que eso desaparezca" advierte.

La autora dice que el impacto generacional se verá con el tiempo y menciona que algunos lo comparan con la generación de los hijos de la guerra, la llamada generación silenciosa, de los nacidos entre la Gran Depresión y la II Guerra mundial.

Se recurre al histórico psicoanalista José Eduardo Abadi, quien afirmó que "no sabemos cómo se proyectará en la vida adulta esta vivencia. Sí sabemos que lo inesperado e incomprensible, lo no plausible de ser elaborado fácilmente es lo traumático. Si no lo ponemos en palabras, aparece como trastorno".

Añade la importancia de los adultos para acompañar a los chicos a poner en palabras lo que vivieron y que no quede archivado como algo que no pudieron manejar.

"Algunos lo evocarán como algo triste, que generó muchos cambios, pero que trajo otros sentidos. Que les permitió estar más cerca de sus padres, que descubrieron nuevas formas de jugar. De compartir, de cocinar. Y también que la pandemia fue una pérdida transitoria y que la humanidad pudo ponerse de acuerdo y que fuimos más fuertes que el virus. Que sobrevivimos".

Prosigue la nota diciendo que el Museo Histórico Nacional propuso a los chicos de todo el país para escribir cartas para ser leídas en 200 años. 

María José Grenni es educadora del Museo y explicó que las cartas quedarán en el archivo de la institución.

Dice Grenni que aparecieron "cuestiones interesantes, como el sentimiento de catástrofe. De superviviencia. Angustia por lo perdido. Sensación de soledad. Algunos chicos se preguntaban si todavía existiría la humanidad 200 años después, y otros recomendaron no viajar al 2020 porque fue el peor año de sus vidas".

Otros lo describieron como un período de cambio, de aprendizaje y de compartir.

Arianna, alumna de 17 años, de una escuela de Tandil, sostuvo que su objetivo no era pintar el año como algo triste. Así dice que aprendió muchísimo, "no tanto sobre contenidos en la escuela sino sobre adaptarse y sacar lo bueno de las instituciones.

"Aprendí que aunque las cosas no se presenten como uno quiere, siempre sirven para aprender. No sé quién vaya a leer esto, ni siquiera sé si la humanidad va a seguir existiendo para ese entonces, pero si es así, espero que disfrutes de todo lo que hagas y que siempre puedas ver ese rayito de luz al final del túnel".

Un mensaje optimista de una adolescente de esa hermosa ciudad de la provincia de Buenos Aires, que deja picando la sensación de que son ellos, los dirigentes del mañana, los que deberán asumir la responsabilidad de que el país y el mundo caminen hacia un destino de grandeza.

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