La bronca que instrumenta el gobierno nacional contra el laboratorio Pfizer y su vacuna hoy tuvo un nuevo capítulo, porque Estados Unidos retrucó la apuesta y anunció hoy que de los 92 países que recibirán en forma gratuita vacunas -en total 500 millones- la Argentina quedó afuera.
No podía ser de otra manera después del trato que se le dio a Pfizer, e incluso hay que agregar que de los 20 millones de vacunas que donará España -como anunció ayer el presidente Pedro Sánchez- tampoco llegará ninguna al país, porque son de Pfizer y otros laboratorios que aquí no han entrada al menos por ahora.
Así las cosas repican en el ambiente las palabras de una diputada nacional, Mara Brawer, del Frente de Todos, quien después de vacunarse dijo sin ponerse colorada que la Argentina está conforme con las vacunas que llegaron y las que vendrán, y que no había que obsesionarse con Pfizer.
Claro, la diputada ya vacunada no puede detener el acento en la dolorosa y tremenda cifra de muertos que tenemos, que avanzan peligrosamente para que se llegue en un mes o más a los terroríficos 100 mil que mueven y conmueven.
Quizás diciendo esto el gobernador bonaerense, su jefe de gabinete quilmeño o los conductores del área de Salud consideren que estas expresiones son antivacuna o vienen de un odiador, pero simplemente se ajustan a la realidad que es la única verdad, como repetía el general.
Hubo posibilidades de reducir las muertes en forma ostensible y nos dimos el gusto, nadie sabe por qué, de rechazar las ofertas. Y ahora se está pagando el alto precio de tantos contagios y fallecidos.
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