LA PANDEMIA ARGENTINA: SE VIENE UN NUEVO CONFINAMIENTO


 El crecimiento de casos de coronavirus y el hecho de que se acerque la fecha del cierre del último DNU -vence el 21 de mayo- hacen suponer que esta semana es fundamental para decidir los pasos a seguir, que en principio será la prórroga del DNU, ya que el proyecto de ley que envio el Poder Ejecutivo al Congreso, por el cual se le otorgan más facultades al presidente de la Nación -medida que la oposición no acepta porque entiende que se trata de asignar superpoderes al primer magistrado- si se sanciona será mucho más allá del 21.

Desde la provincia de Buenos Aires, como siempre, con el tridente sanitario duro -el gobernador Axel Kicillof y el ministro y viceministro de Salud, Daniel Gollán y Martín Kreplat, respectivamente- se alienta que las medidas restrictivas se ajusten aún más y de ser posible, que se cierre todo, y cuando se dice "todo" es gráficamente lo que la palabra define.

Nunca se va a lograr que los responsables de la política sanitaria asuman la realidad y pongan una cuota de autocrítica por el fracaso del sistema aplicado, máxime porque los testeos han sido y son insuficientes y y no llegan las vacunas en la medida de lo exigible, amén de que hay un montón de vacunas que están  y no se aplicaron y que llevan a suponer que se raciona su aplicación para evitar que llegue un día en que las dosis falten porque todas se aplicaron, y se dice que las nuevas recién van a llegar a fin de mes.

La situación sanitaria en la Argentina es dramática, con la ocupación alta de camas, con falta de insumos, el cansancio de los héroes que conforman el personal de salud, todo ese combo constituye una bomba explosiva para afrontar las necesidades.

Digamos que la Argentina tiene el raro privilegio de estar en los primeros lugares entre los países con mayor cantidad de casos por cada 100 mil habitantes, un galardón negativo que hace necesario que se activen las acciones para conseguir vacunas.

Un político decía ayer que desde el gobierno tendrían que recurrir a las embajadas, a los laboratorios y a todos los estamentos que hacen a la provisión de vacunas, sin poner de barrera la nacionalidad de la vacuna buscada, porque eso termina provocando lo que hoy se sufre. Se puso toda la carne al asador con la vacuna rusa y se perdió la posibilidad de acceder a millones de vacunas de Pfizer, aunque el laboratorio había apostado a la Argentina para desarrollar su producto. Increíblemente se perdió Pfizer, sin que se conocieran las verdaderas razones de esta situación.

Si se viene un cierre más estricto, con todos los riesgos que eso provoca, sobre todo en materia económica, comercial, humana, desde el gobierno tendrán que poner todas las pilas para afrontar la pandemia con cintura política y sin que la política se convierta en una excusa para encarrilar otros temas, que nada tienen que ver con la situación sanitaria y que solo sirven para saciar la vocación de la vicepresidenta de solucionar las múltiples causa que tiene en la Justicia.

Por eso, no se entiende que desde oficialismo se activen los mecanismos para reformar el ministerio público y buscar la designación de un Procurador que termine siendo afín al kirchnerismo. Esto lo alertaron  los integrantes de la oposición, encabezados por el titular del interbloque, Mario Negri, quien puso el énfasis en una situación anómalo desde todo punto de vista.

El argentino de bien, como le gusta decir al presidente Alberto Fernández, está dispuesto a seguir sumando sacrificios y quedándose en casa para que la situación sanitaria mejore, pero eso no justifica bajo ningún punto de vista usar atajos para reformar una justicia, que necesita ser reformada pero en tiempos en que la pandemia haya dejado atrás su pasó por nuestro país. 

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