PANDEMIA: QUEDARSE EN CASA, PERO DAR EL EJEMPLO


 Desde el gobierno nacional se insiste en la recomendación  a los argentinos de quedarnos en casa por los riesgos que significan la explosión de contagios, la saturación de las camas y la lentitud con que llegan las vacunas.

Faltan testeos y vacunas, los números que se anunciaron están lejos de lo prometido. Porque se dijo que a esta altura de las circunstancias serían quince o veinte millones los vacunados, sin embargo todavía no se llegó a los ocho millones con una dosis y la población inoculada es apenas un dos por ciento.

Entonces desde las bases se requiere ejemplo para que quien recibe el mensaje lo asuma y lo respete hasta las últimas consecuencias.

Se amenaza con cerrar todo -Berni, Kicillof, Kreplat, Gollán dixit- pero de pronto se conocen las imágenes del sepelio del ministro de Transporte, Mario Meoni, fallecido anoche en un accidente automovilístico y se observa que los protocolos se desbordan.

También en la provincia de Buenos Aires -a la que tanto se le pega desde la Nación y la provincia- se multiplican las imágenes de las ferias de los sábados, como el video que hoy se viralizó en Solano, pero también están las de Isidro Casanova, González Catán, Lomas de Zamora ... y siguen los casos.

El presidente Alberto Fernández se muestra como el maestro que da clases a la población pero la trata, como diría María Elena Walsh, como el país de jardín de infantes. Así compara la cuestión como el chico que quiere acercarse a la ventana y el papá no lo deja porque sabe que corre riesgo si la abre y está en altura.

Siempre hay que recordar al presidente que el mejor ejemplo es fray ejemplo, la única manera de que el pueblo entienda el mensaje y lo tome con responsabilidad.

En el marco de ese ejemplo los que mandan tendrían que patear las grietas y buscar la manera de juntarse para tomar medidas consensuadas, a fin de que el destinatario valore esa unidad y comprenda que la política partidaria ha quedado afuera en un momento tan dramático como este.

Hay que ser desde arriba piloto de tormentas -como se lo llamó en su momento a Carlos Pellegrini desde la presidencia- y en ese marco hay que alentar la posibilidad de convencer y no imponer. Es el momento de que todos, sin distinción de raza, credo, religión, partido político, etcétera, se unan en un solo objetivo. Que la patria se salve de la mezquindad y transite el camino de grandeza que todos nos merecemos.

Comentarios