HOMILIA DE PASCUA DEL OBISPO DE QUILMES, MONSEÑOR TISSERA

 El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, dejó su homilía, correspondiente a la fecha de Pascua.

"Cuando salía el sol, fueron al sepulcro...". Es preciosa la imagen que pinta el evangelio de Marcos. El sol de la Pascua. Es el sol que no tiene ocaso yñ que viene a disipar las tinieblas de la humanidad entera. !El Señor Jesús ha resucitado!

El cirio pascual ha disipado la oscuridad de la noche. Se iluminan nuestros corazones con la luz de Cristo Resucitado.

Las tres mujeres, María Magadalena, María la madre de Santiago y Salomé son testigos de la muerte y sepultura de Jesús y también de su resurrección.

Cuando van con sus perfumes, tienen aun grabada la imagen del crucificado. Han llorado con pesar la muerte del amigo pero no lo han dejado. Quieren ver, tocar y perfumar el cuerpo de Jesús, como una manera de tenerlo presente. Se preguntaban quién podría ayudarlas a correr la pesada piedra. Solas habían quedado jnunto a la cruz. Los discípulos habían huido. Ahora también vuelven solas al sepulcro.

La imagen de la piedra del sepulcro está patente a sus ojos y en sus oidos resuena aun el ruido crujiente de su rodar sobre la puerta del sepulcro. Es el momenteo más duro y pesado de sus vidas, tanto como el peso de aquella piedra.

"Pero al miurar, vieron que la piedra había sido corrida, era una piedra muy grande".

Qué imagen tan sencilla para expresar lo más maravilloso de la historia de la humanidad. Dios ha intervenido, se ha metido en nuestra historia para remover la pesada piedra de la muerte.

Las mujeres al entrar al sepulcro vieron a un joven con vestiduras blancas. Ante la sorpresa de la mujeres, él les dice: No teman, ustedes buscan a Jesús de Nazareth, el Crucificado. Ha resucitado.

Buscaban a un muerto y se encuentran con que de la muerte ha surgido la vida. El poder de la muerte ha sido vencido: No está aquí. No deja de ser un mensaje misterioso. No entienden plenamente. Aun el temor está en sus corazones.

Ellas salen corriendo, temblando y con angustia. No dicen nada a nadie porque tenían miedo. Aun pesa en ellas la esperanza de otro tipo de Mesías. 

Sin embargo, van con un envío, una misión. Decir a los apóstoles que vayan a Galilea, allí donde había comenzado todo. Son las encargadas de convocar de nuevo a la comunidad dispersa durante los dolorosos momentos de la pasión. Pedro y los demás discípulos, animados por las mujeres, deberán desandar el camino que los llevó a la entrada triunfal en Jerusalén.

Regresarán a la humildad de las orilals del lago donde experimentaron el llamado, para salir de allí hacia todos los pueblos. Desde las periferias iniciar el camino del anuncio de Jesús vivo, el anuncio de la alegría del Evangelio. Sin otro poder que el del Espíritu del Resucitado.

Es empezar de nuevo, con toda humildad y sencillez, y rehacer el camino que hizo Jesús hacia la cruz, desde la Galilea de los gentiles, ya no a Jerusalén, sino a todos los pueblos, anunciando que la vida es más fuerte que la muerte, que el amor es más fuerte que el odio.

Nuestro agradecimiento a todas las personas, varones y mujeres que han creído en la vida, y que se han jugado en el servicio de los demás, en el trabajo humilde y esencial, en los lugares de atención a los enfermos, en los comedores y merenderos esparcidos por las zonas más humildes. Nuestro reconocimiento y agradecimiento a quienes en tiemnpos de pandemia, apostaron por la salud de todos, especialmente de los más frágiles y desprotegidos.

Gracias a las personas que han hecho posible que nuestras celebraciones de Semana Santa puedan ser compartidas, a través de las redes sociales y de la radio, por tantas hermanas y hermanos de toda la diócesis de Quilmes, como también de otros lugares del país y fuera de él.


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